Santo Tomás de Aquino (1225-1274)
"Credere ut intelegam" |
Introducción
Santo Tomás pertenece a la época conocida como la baja Edad Media (siglos XI hasta XV). El progreso científico se debe a los musulmanes, que han logrado ya entre ellos un cierto dominio y comienzan a expandir la cultura ligada al clasicismo griego. Ellos son los herederos de la filosofía clásica, que se cultiva en Persia y sobre todo en España. La unidad filosófico-teológica de la Escolástica responde a la inquietud de los cristianos de la época. Los temas básicos en esta especulación teológico-filosófica son los sugeridos por problemas en torno a la creación, los universales y la razón. Los universales son géneros y especies y se oponen a lo individual; la cuestión en el medievo era saber que realidad subyace a ellos. Según la solución que se le dé a este tema así será fundamentado el pensamiento.
La Escolástica goza de cierta plenitud hasta el siglo XVIII, época en que se disgregaron definitivamente la unidad política e intelectual de la Edad Media latina. Las universidades comienzan a especializarse, con la gran influencia aristotélica se fundaron órdenes de mendicantes, franciscanos y dominicos. El naturalismo del siglo XIII fue más científico, en el sentido que respondía a criterios basados en la demostración tal como se deducía de la lógica aristotélica. Como ese naturalismo, impregnado de doctrinas filosóficas árabes, implicaba las doctrinas de la necesidad y eternidad del universo, el rechazo provocado por la tradición cristiana se dirigía tanto contra ese naturalismo, como contra su directo inspirador: Aristóteles. Por lo que la expansión del pensamiento aristotélico se enfrenta a la tradición platónico-agustiniana y a las dificultades que planteaba a la fe cristiana. Se trata de encontrar una síntesis en Aristóteles y la doctrina cristiana integrando en ella algunos elementos de la tradición platónico-agustiniana, esta tarea fue realizada por San Alberto Magno y su discípulo Santo Tomás.
Tanto musulmanes como judíos los responsables de reactivar la cultura clásica en Europa, esto supone que gracias al conocimiento que ellos tenían que la filosofía oriental fuera más adelantada que la occidental. Cuando el aristotelismo llega a España, y a través de ella a Europa, se alcanza la plenitud escolástica.
A mediados del siglo XIII, hay un equilibrio apreciable entre la producción y consumo y se impone un freno en las colonizaciones agrarias, con auge de la ganadería. Pero aumentan los dominios militares, las explotaciones mineras y la burguesía crece. En el siglo XIV la ciudad es el centro de desarrollo del comercio y la industria y marca una división en el trabajo; en el campo se atiende a la agricultura y ganadería, en las ciudades las manualidades y los negocios. Esto conlleva la necesidad de intercambios entre el campo y la ciudad de los que salen beneficiados los gremios y la ganadería.
Principales influencias:
Del estoicismo recogerá ideas que servirán de antecedente de su ley natural.
En cuamto al CRISTIANISMO, toma influencia de los orígenes de la mano de San Agustín de Hipona (354-430) “la verdad sólo puede ser revelada”, esta idea se convertirá en principal vía de conocimiento en Santo Tomás.
Pero la influencia más importante es la idea de participación, que recoge de Platón, y utilizará para poner en relación las tres leyes.
Maimónides (1135-1204) piensa que la filosofía no demuestra las verdades reveladas, pero ha de demostrar que su admisión no es imposible; no puede poner de manifiesto su verdad, pero debe aclarar que no es posible evidenciar su falsedad, la filosofía como tal no se apoya en la fe.
De Averroes (1126-1198) hereda la teoría de la doble verdad ( aunque propiamente no la sostuvo). Piensa que hay una sola verdad en los textos sagrados, aunque accesible según dos sentidos. También hace suya la distinción entre esencia y existencia, que a su vez recogió de Avicena.
San Alberto Magno( 1200-1280), éste ve la riqueza que los musulmanes han recibido de la herencia griega y sabe que no se puede olvidar pero hay que transformarla para adaptarla a los cristianos. Pretende hacer lo que hubiese hecho Aristóteles si viviese esa época e introduce los conceptos de forma y materia, acto y potencia, substancia y accidente y la existencia de los universales, también observamos como las distintas vías tienen su fundamento en la doctrina aristotélica (la primera, segunda, tercera y quinta), por último, la antropología de Aristóteles, aunque para Tomás de Aquino el alma intelectual es inmortal. Y de entre todas las aportaciones, la más importante, nos quedamos con la distinción entre filosofía y teología que inició Alberto Magno y culminó con Santo Tomás y de ese modo posibilitar el progreso científico.
Epistemología y teología
Aristóteles investigó hasta dónde podía llegar la razón, más allá sólo está la palabra revelada. La labor de Santo Tomás será conciliar el conocimiento de la razón con el conocimiento de la fe. Para esta tarea diremos cuál es el objeto de la razón, cuál el de la fe y luego argumentaremos su posible conciliación, se tratará que la teología sirva de complemento a la filosofía y ésta pueda servir de preparación a la teología. El objeto de la filosofía es el ser de lo creado y el objeto de la teología es el ser de Dios, para Santo Tomás el ser de Dios y el ser de las criaturas es distinto y se explica por medio de la analogía (los dos significados de la palabra ser ni son idénticos ni son completamente distintos, se corresponden proporcionalmente, más adelante profundizaremos en este término, relacionado con la composición hylemórfica).
La filosofía se apoya en la razón, la teología en la fe. Mientras que el filósofo parte del mundo de la experiencia y se remonta a Dios, en la medida en que este puede ser conocido a través de sus criaturas, el teólogo parte de Dios y pasa a las criaturas. Pero hay verdades que son comunes a la filosofía y a la teología.
Santo Tomás considera que es casi imposible que algo se conozca por la razón y por la fe, es decir que la misma verdad sea conocida científicamente y al mismo tiempo creída por la fe. Aunque, advierte que alguna verdad se puede conocer por fe y por razón (por ejemplo la existencia de Dios) esto es posible porque Dios nos ha dado la razón para que la usemos y obligación de todo buen cristiano es usarla, aunque siempre habrá personas que no tengan la suficiente capacidad para usar la razón, para esas personas va dirigida la palabra revelada. También es imposible conocer todas las verdades por la razón, por ejemplo la trinidad. La verdad de la razón nunca puede ser opuesta a la verdad revelada, porque los primeros principios de la razón, es decir, nuestra forma de pensar, ha sido infundida por Dios.
Metafísica
Cuando conocemos los objetos sensibles nos damos cuenta que estos objetos cambian continuamente pero siguen siendo los mismos. Esto nos lleva a distinguir entre substancia y accidente. Pero dentro de los seres materiales también podemos distinguir entre materia prima y materia segunda, la materia prima es pura potencialidad, mientras que la materia segunda o materia formada es la que determina la esencia de un cuerpo. La materia prima como pura potencialidad no puede existir pues no tiene sentido hablar de un ser que sólo existe en potencia, todo ser para existir ha de serlo en acto y el acto viene determinado por la forma. Esta distinción entre materia y forma sólo es válida para los seres corpóreos, hay seres incorpóreos que son forma pura, los ángeles. Por lo que la composición hylemórfica está limitada a sustancias corpóreas.
La esencia de un ser corpóreo es la sustancia compuesta de materia y forma, mientras que la esencia de un ser no corpóreo es forma sola. Ningún ser finito (creado) existe necesariamente ya sea corpóreo o incorpóreo, el ser finito tiene existencia que es distinta de su esencia (de hecho tiene esencia porque tiene existencia y la existencia es algo accidental, que podía no haber tenido). La forma determina la esencia pero lo que la actualiza es la existencia. Así la existencia es el acto por el que la esencia tiene ser. Así Santo Tomás descubre una cierta contingencia en todos los seres creados, lo que nos lleva a pensar en un ser fuente de la existencia finita que no puede estar compuesto de esencia y existencia, sino que debe tener existencia como su verdadera esencia, es decir, existe necesariamente, con otras palabras esencia y existencia se identifican en ese ser, que no es otro que Dios.
Aquí retomamos el concepto de analogía que dejamos más arriba entre paréntesis, pues gracias a lo dicho vamos a dotarle de sentido. Hemos concluido una distinción real entre la existencia y la esencia, si esto es así, tendremos que distinguir entre el ser de Dios y el ser de las criaturas, es decir el ser necesario y el ser contingente no son el mismo ser, no son idénticos ni son completamente diferentes, son semejantes; sólo Dios es ser por esencia, las criaturas tienen el ser por participación, las criaturas en cuanto son, son semejantes a Dios, pero Dios no es semejante a las criaturas.
Las pruebas de la existencia de Dios (Ir a textos, más abajo, y hacer un comentario )
La antropología
El hombre es un compuesto de cuerpo y alma, pero el alma es más que la forma del cuerpo que perecía con él, el alma le da el ser y la individualidad, existen los mismos tipos de alma que existían con Aristóteles, pero el alma racional es inmortal e inmaterial, también los dos tipos de entendimiento.
El conocimiento es un acto del compuesto alma-cuerpo: el objeto conocido está en el sujeto que conoce, el proceso mediante el cual el sujeto conoce es la abstracción, podemos conocer las formas de las cosas sólo en cuanto están unidas a los cuerpos, pero en el acto de conocer abstrae los cuerpos, así conocer es abstraer la forma de la materia, sacar lo universal de lo particular. La abstracción no falsifica la realidad. Por lo que hemos de concluir que los universales existen y están en las cosas.
La moral y sociedad
Según Aristóteles, actuamos por un fin y éste se identificaba con la felicidad que consistía en el ejercicio de la virtud perfecta, la contemplación del motor inmóvil, una contemplación racional, filosófica no religiosa. Con Santo Tomás los actos del hombre, libres, proceden de la voluntad y el objeto de la voluntad es el bien, Dios, todos los bienes y fines están subordinados a uno supremo, Dios. La felicidad perfecta consiste en un acto del entendimiento, no es un conocimiento natural de Dios, sino un ver a Dios y conocerle como es Él, por un don del mismo Dios.
El ser humano está creado por Dios para un fin sobrenatural, para la felicidad perfecta sólo alcanzable en la vida futura. Pero el hombre puede alcanzar una felicidad imperfecta en esta vida mediante el ejercicio de sus capacidades naturales mediante el conocimiento filosófico de Dios obtenido a partir de las criaturas.
Además de la facultad intelectiva Dios nos ha dotado de la facultad volitiva, su función es la libertad y es fundamento de la responsabilidad moral, la presencia del mal en el mundo es debida al libre albedrío. El “resto” de mal sólo es falta de bien. El ser humano tiene la facultad de percibir y tender hacia el bien, esta disposición natural es denominada sindéresis, que se podría definir como “haz el bien y evita el mal”.
Dios es quien orienta y gobierna lo creado, lo que hay en el mundo mediante la denominada ley divina, que no es otra cosa que ley revelada por Dios, que podemos encontrar en las sagradas escrituras, de este modo, las cosas actúan según una razón, según una ley, pero de esta ley participan los creados mediante la ley natural. La ley eterna es el plan racional de Dios, el orden de todo el universo, por el que Dios dirige todas las cosas hacia su fin, es el plan de providencia que únicamente conocen Dios y los bienaventurados. Sin embargo, el hombre como naturaleza racional es partícipe de una parte de la ley eterna, por medio de la mencionada ley natural, en la medida en que los sujetos son racionales conocen la ley natural, cuyo núcleo esencial consiste en reconocer las leyes morales como universales, aunque la más concreta es la ya dicha sindéresis y algunos de sus preceptos más importantes son: conversar nuestro propio ser, la educación de los hijos y la conjunción de los sexos y por último vivir en sociedad y acercarnos a Dios. La ley humana positiva es una concreción de esa ley natural, ya que la sociedad sólo es posible con unas normas legales que regulen la convivencia entre los ciudadanos, así la ley positiva que ordena la sociedad no proviene del capricho de los gobernantes, sino que está exigida por la propia naturaleza humana, con otras palabras, la soberanía del Estado no es absoluta, está limitada, por la ley natural, por el bien común, la autoridad viene dada por Dios al pueblo, y éste es el que la delega al gobernante, por lo que la objeción o el derecho de rebelión tiene un fundamento natural.
Santo Tomás consideraba que el poder del Estado debería estar supeditado al poder de la Iglesia ya que ésta tiene un fin sobrenatural. El gobierno del Estado debe facilitar al hombre la posibilidad de conseguir su fin sobrenatural.
TextoS: Si Dios existe. Cinco vías a la existencia de Dios. Santo Tomás de Aquino:
Dificultades. “Parece que Dios no existe”.
1. Si de dos contrarios suponemos que uno sea infinito, éste anula totalmente su opuesto. Ahora bien, el nombre o término "Dios" significa precisamente, un bien infinito. Si, pues, hubiese Dios, no habría mal alguno. Pero hallamos que en el mundo hay mal. Luego Dios no existe.
2. Lo que pueden realizar pocos principios, no lo hacen muchos. Pues en el supuesto de que Dios no exista, pueden otros principios realizar cuanto vemos en el mundo, pues las cosas naturales se reducen a su principio, que es la naturaleza, y las libres, al suyo, que es el entendimiento y la voluntad humana. Por consiguiente, no hay necesidad de recurrir a que haya Dios.
Por otra parte, en el libro del Éxodo dice Dios de sí mismo: "yo soy el que soy".
Respuesta. La existencia de Dios se puede demostrar por cinco vías.
«La primera y más clara se funda en el movimiento. Es innegable, y consta por el testimonio de los sentidos, que en el mundo hay cosas que se mueven. Pues bien, todo lo que se mueve es movido por otro, ya que nada se mueve más que en cuanto esta en potencia respecto a aquello para lo que se mueve. En cambio, mover requiere estar en acto, ya que mover no es otra cosa que hacer pasar algo de la potencia al acto, y esto no puede hacerlo más que lo que está en acto, a la manera como lo caliente en acto, v. gr., el fuego hace que un leño, que está caliente en potencia, pase a estar caliente en acto. Ahora bien, no es posible que una misma cosa esté, a la vez, en acto y en potencia respecto a lo mismo, sino respecto a cosas diversas: lo que, v. gr., es caliente en acto, no puede ser caliente en potencia, sino que en potencia es, a la vez frío. Es, pues, imposible que una cosa sea por lo mismo y de la misma manera motor y móvil, como también lo es que se mueva a sí misma. Por consiguiente, todo lo que se mueve es movido por otro. Pero, si lo que mueve a otro es, a su vez, movido, es necesario que lo mueva un tercero, ya éste otro. Mas no se puede seguir indefinidamente, porque así no habría un primer motor y, por consiguiente, no habría motor alguno, pues los motores intermedios no mueven más que en virtud del movimiento que reciben del primero, lo mismo que un bastón nada mueve si no lo impulsa la mano. Por consiguiente, es necesario llegar a un primer motor que no sea movido por nadie, y éste es el que todos entienden por Dios.
La segunda vía se basa en causalidad eficiente. Hallamos que en este mundo de lo sensible hay un orden determinado entre las causas eficientes; pero no hallamos que cosa alguna sea su propia causa, pues en tal caso habría de ser anterior a sí misma, y esto es imposible. Ahora bien, tampoco se puede prolongar indefinidamente la serie de las causas eficientes, porque siempre que hay causas eficientes subordinadas, la primera es causa de la intermedia, sea una o muchas, y ésta causa de la última; y puesto que, suprimida una causa, se suprime su efecto, si no existiese una que sea la primera, tampoco existiría la intermedia ni la última. Si, pues, se prolongase indefinidamente la serie de causas eficientes, no habría causa eficiente primera, y, por tanto, ni efecto último ni causa eficiente intermedia, cosa falsa a todas luces. Por consiguiente, es necesario que exista una causa eficiente primera, a la que todos llaman Dios.
La tercera vía considera el ser posible o contingente y el necesario, y puede formularse así. Hallamos en la naturaleza cosas que pueden existir o no existir, pues vemos seres que se producen y seres que se destruyen, y, por tanto, hay posibilidad de que existan y de que no existan. Ahora bien, es imposible que los seres de tal condición hayan existido siempre, ya que lo que tiene posibilidad de no ser hubo un tiempo en que no fue. Si, pues, todas las cosas tienen la posibilidad de no ser, hubo un tiempo en que ninguna existía. Pero, si esto es verdad, tampoco debiera existir ahora cosa alguna, porque lo que no existe no empieza a existir más que en virtud de lo que ya existe, y, por tanto, si nada existía, fue imposible que empezase a existir cosa alguna, y, en consecuencia, ahora no habría nada, cosa evidentemente falsa. Por consiguiente, no todos los seres son posibles o contingentes, sino que entre ellos forzosamente, ha de haber alguno que sea necesario. Pero el ser necesario o tiene la razón de su necesidad en sí mismo o no la tiene. Si su necesidad depende de otro, como no es posible, según hemos visto al tratar de las causas eficientes, aceptar una serie indefinida de cosas necesarias, es forzoso que exista algo que sea necesario por sí mismo y que no tenga fuera de sí la causa de su necesidad, sino que sea causa de la necesidad de los demás, a lo cual todos llaman Dios.
La cuarta vía considera los grados de perfección que hay en los seres. Vemos en los seres que unos son más o menos buenos, verdaderos y nobles que otros, y lo mismo sucede con las diversas cualidades. Pero el más y el menos se atribuye a las cosas Según su diversa proximidad a lo máximo, y por esto se dice lo más caliente de lo que más se aproxima al máximo calor. Por tanto, ha de existir algo que sea verísimo, nobilísimo y óptimo, y por ello ente o ser supremo; pues, como dice el Filósofo, lo que es verdad máxima es máxima entidad. Ahora bien, lo máximo en cualquier género es causa de todo lo que en aquel género existe, y así el fuego, que tiene el máximo calor, es causa del calor de todo lo caliente, según dice Aristóteles. Existe, por consiguiente, algo que es para todas las cosas causa de su ser, de su bondad y de todas sus perfecciones, y a esto llamamos Dios.
La quinta vía se toma del gobierno del mundo. Vemos, en efecto, que cosas que carecen de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por un fin, como se comprueba observando que siempre, o casi siempre, obran de la misma manera para conseguir lo que más les conviene; por donde se comprende que no van a su fin obrando al acaso, sino intencionadamente. Ahora bien, lo que carece de conocimiento no tiende a un fin si no lo dirige alguien que entienda y conozca, a la manera como el arquero dirige la flecha. Luego existe un ser inteligente que dirige todas las cosas naturales a su fin, ya éste llamamos Dios. »
[Edición de P. Ismael Quiles, Espasa-Calpe, Madrid, 1957.]