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domingo, 29 de mayo de 2011

LA FILOSOFÍA EN EL SIGLO XX. JOSÉ ORTEGA Y GASSET

INTRODUCCIÓN

En el terreno científico del siglo xx se dan distintas corrientes, muy heterogéneas. No obstante, si podemos destacar un denominador común es la falta de confianza en la razón, ya sea para dar cuenta de la realidad, de la vida o para sentar las bases en que se pueda cimentar la Ciencia, pues nos encontramos la lógica matemática y la teoría de los conjuntos que comienzan a legislar el infinito y se crea la crisis de fundamentos y todo el formalismo matemático, La crítica de Gödel acaba con la pretensión de la búsqueda de ‘la verdad’ que tienen los modelos axiomáticos; siendo estos capaces únicamente de hacer meras deducciones sin que sean capaces de decir algo sobre su verdad. Así, la Aritmética y la Geometría euclidiana carecen de valor y comienza a aparecer nuevas geometrías que darán lugar a distintas interpretaciones de la realidad (por ejemplo la teoría de Einstein). Por otro lado tenemos el gran avance de la Física teórica con la teoría de los quanta de Planck, las teorías de la relatividad, y las relaciones de indeterminación de Heisenberg.

En cuanto al plano meramente filosófico aparece el psicoanálisis de Freud, la fenomenología de Husserl, el positivismo analítico representado por el círculo de Viena y la filosofía analítica de Wittgenstein, el historicismo y la división de las ciencias de Dilthey - que rompe la pretendida unidad que proclamaba Descartes-, el existencialismo representado fundamentalmente por Heidegger y Sartre, La hermenéutica representada por Gadamer y la postmodernidad representada fundamentalmente por los críticos Lyotard y Vattimo.

El siglo xx es un siglo de extraordinaria importancia histórica, las dos Guerras Mundiales, la nueva configuración europea instaurada por el tratado de Versalles, la subida al poder del nacional-socialismo son algunos de los trazos que abocetan la fuerte actividad del vigésimo siglo.

CONTEXTO FILOSÓFICO EN EL QUE SE ENCUADRA EL PENSAMIENTO DE ORTEGA Y GASSET (ENTENDIENDO AL AUTOR DETNRO DE SU CONTEXTO)
LA FILOSOFÍA ANALÍTICA Y EL POSITIVISMO.

La Filosofía analítica es el conjunto de tendencias filosóficas del lenguaje, resultado del giro lingüístico producido en las primeras décadas del s.xx, que como característica común sostienen que los problemas filosóficos consisten en confusiones conceptuales –como ya advertía Nietzsche-, derivadas de un mal uso del lenguaje ordinario y cuya solución consiste en una clarificación del sentido de los enunciados cuando se aplican a áreas como la Ciencia, la Metafísica, la Religión, la Ética, el Arte, etc.
Por lo general, los autores que siguen estas tendencias entienden que la Filosofía es una actividad -para unos terapéutica, para otros clarificadora- cuyo objeto es esclarecer el significado de los enunciados. En palabras de Habermas, se produce un cambio de paradigma, al pasar de una Filosofía de la conciencia -o de una epistemología-, en la que importan las relaciones entre el sujeto y el objeto, a una filosofía del lenguaje –o teoría del significado- en la que importan las relaciones entre el enunciado y su correlato: el mundo. Una cuestión tan clásica, por ejemplo, como la que puede formularse en teoría del conocimiento acerca de qué es conocer se reformula y reinterpreta como una cuestión sobre el significado, referente a qué se quiere decir cuando se dice que «conocemos algo».

La actividad dilucidadora de los enunciados, característica fundamental de todo el movimiento analítico, comienza con las tareas de fundamentación lógica de la matemática. Russell y Wittgenstein comparten una misma perspectiva lingüística de la realidad: la del atomismo lógico, según el cual mundo y lenguaje muestran una misma estructura común por ser el lenguaje el espejo del mundo, ya que en él se refleja su naturaleza. De ahí surge la idea fundamental de que la realidad sólo se comprende a través del lenguaje, porque éste es el reflejo de la realidad y que el conocimiento no consiste más que en el análisis del lenguaje.
En un primer momento, el análisis del lenguaje se confía a la lógica a un lenguaje formal de lógica de enunciados y de predicados, con el que Russell reduce los enunciados compuestos a enunciados simples a fin de descubrir en ellos los elementos simples que se corresponden con los hechos simples del mundo, también el El Tractatus logico-philosophicus, del profesor Wittgenstein, publicado en alemán en 1921 sigue por la senda de descubrir la estructura lógica del lenguaje para llegar a la verdad última en las materias de que tratadas.

A esta fase inicial de la filosofía del análisis, sigue una segunda fase de decisivo influjo del Tractatus sobre el Círculo de Viena, de donde surge el neopositivismo o positivismo lógico. Este segundo tratado añade al movimiento analítico una clara postura antimetafísica, al establecer la verificabilidad como criterio de significado, considerando que todo enunciado metafísico carece de sentido. Estas doctrinas son en buena parte resultado del modo como los componentes del Círculo de Viena entendieron el Tractatus de Wittgenstein (1889-1951) y, como él, parten del supuesto de que un enunciado sólo puede ser analítico o es sintético, y que en ningún caso puede ser ambas cosas a la vez.
Cualquier enunciado analítico determina su verdad por medios lógicos o matemáticos, y la lógica o la matemática se bastan para decidir sobre las reglas que han de cumplir dichos enunciados; pero para el resto de enunciados, de los que se supone que son sintéticos y, por tanto informativos, se precisa de un criterio que determine cuáles de ellos cumplen con la exigencia de decir verdaderamente algo acerca de la realidad o experiencia: tal criterio se denominó principio de verificación, que identificaba verificabilidad de un enunciado y significado del mismo.

Comprender un enunciado era lo mismo que conocer la manera de verificarlo.
En Sobre el círculo de Viena, se determina que un enunciado es verificable o es significativo en el sentido fuerte del término si -y sólo si- su verdad puede establecerse en forma concluyente mediante la experiencia, mientras que es verificable en el sentido débil, si es posible que la experiencia lo haga probable. Los enunciados de la Filosofía no serían verificables en ninguno de los dos sentidos, por lo que no son empíricos, no producen información, sino que la aclaran y, por lo tanto, no son significativos, al contrario: son carentes de sentido. La Filosofía, en consecuencia, carece de sentido como Metafísica, y una de las principales tesis del positivismo es la superación de la Metafísica por medio del análisis lógico que hace ver su ausencia de sentido. De este modo, queda establecido que la Filosofía no puede ser más que una actividad esclarecedora, o de análisis, mediante el uso de los recursos lógicos traducidos en enunciados sintéticos.

Sigue una tercera fase que corresponde a la vuelta de Wittgenstein a Cambridge, en 1929, y al cambio de su filosofía, que se conoce como “segundo Wittgenstein” y que se centra, no en el análisis lógico del lenguaje, sino en los usos cotidianos del llamado lenguaje ordinario. Son también los años de las críticas de Gödel al formalismo lógico. Esta filosofía analítica, llamada del lenguaje ordinario, tiene en cuenta la pragmática del lenguaje y contempla el lenguaje, no en su aspecto de reflejo especular de la realidad, sin en una perspectiva más amplia como una actividad comunicativa y hasta una «forma de vida»; el análisis del lenguaje no busca su reinterpretación según una sintaxis lógica rigurosa un cálculo lógico, sino su esclarecimiento a través del reconocimiento de las características naturales del lenguaje vivo, que integra múltiples “juegos pragmático”, como son la cortesía o la ironía, diversas funciones del lenguaje, y la pluralidad de usos y contextos lingüísticos.

JOSÉ ORTEGA Y GASSET (1883-1954)
“Nuestras convicciones más arraigadas, más indubitables, son las más sospechosas. Ellas constituyen nuestro límite, nuestros confines, nuestra prisión.”

“La vida es una serie de colisiones con el futuro; no es una suma de lo que hemos sido, sino de lo que anhelamos ser.”

“Hay quien ha venido al mundo para enamorarse de una sola mujer y, consecuentemente, no es probable que tropiece con ella.”

INTRODUCCIÓN:

El siglo xx es un siglo de constantes acontecimientos que cambiarán la historia, acontecimientos tanto sociales, como políticos o culturales y económicos. Las potencias europeas entran en crisis por los problemas que se dan entre ellas y tendrán como consecuencia la primera guerra mundial (1914- 1918) donde se enfrentan la Triple Entente (Francia, Rusia e Inglaterra) con la Triple Alianza ( Alemania, Italia y el Imperio austrohúngaro). Fue la primera guerra en que se hizo un uso intensivo de las nuevas tecnologías, aunque no dejó de ser una guerra de trincheras; lo que acarreó numerosas pérdidas humanas y una gran crisis económica. Por otro lado, el triunfo de la Revolución Soviética supuso la instauración de un régimen comunista en ese país y en Europa muchos partidos comunistas intentarán seguir el modelo ruso, el miedo de las clases dirigentes a que se siguiera este modelo hizo que favoreciese el ascenso de los nacionalismos y totalitarismos.

Desde la perspectiva económica, los famosos “años veinte” con el telón de fondo de la Revolución Industrial, acaban en la pesadilla de «el crac de 1929». Las consecuencias paro y empobrecimiento general que se alargaron hasta los años treinta. Tal crisis trajo consigo el descrédito del sistema capitalista y, con él, el desencanto de los sistemas parlamentarios, otro factor que también favoreció la aparición de los totalitarismos.

Desde el marco político, el fascismo logró repercutir en todo Europa; en Italia las tendencias fascistas llegaron al poder en Italia después de la Primera Guerra Mundial. Por su parte Alemania, resentida por el tratado de Versalles, la crisis económica y el temor a la expansión comunista desembocó en el surgimiento del nacionalsocialismo o “nazismo” liderado por Hitler, que prometía la recuperación del Imperio alemán y la recuperación económica. Cuando Alemania invade Polonia en 1939 da comienzo la Segunda Guerra Mundial, que culmina en 1945 con el mundo dividido en dos bloques antagónicos: el bloque occidental y el bloque comunista. Dada esta profunda fisura de pensamiento y praxis, da comienzo un periodo conocido como la Guerra Fría. A raíz de lo ocurrido se fundó la ONU en 1945 con la intención de garantizar el orden mundial y hacer respetar la dignidad humana.

En España la primera mitad del siglo XX estuvo marcada por ‘el desastre del 98’, que como es sabido, no es otro que la pérdida de las últimas colonias (Cuba, Puerto Rico y Filipinas). La alternancia de gobiernos conservadores y liberales y la incorporación a la escena política de nuevas corrientes socialistas y anarquistas, la crisis social y la inestabilidad política condujeron al fin de la Restauración y al comienzo de la dictadura de primo de Rivera (1923-1930), conocida con el nombre de ‘dictablanda ‘ acuñado ad hoc. En 1931 se proclama la Segunda República, pero el 18 de Julio de 1936 una sublevación militar da comienzo a la Guerra Civil, que acabó en 1939 con la victoria de Franco, que gobernó España hasta su muerte en 1975.

En este contexto se fraguó la urgencia resolutiva del denominado “problema de España” que se inicia con ‘el desastre del 98’ y que incluye el tópico de la división violenta entre ‘las dos españas’. Así, “problema de España”, está presente en cada manifestación artística, literaria y filosófica de la época.
En el marco literario en concreto, la Generación del 98 hizo de él una cuestión de gran alcance popular al convertir su preocupación por él en uno de los ejes de su obra creativa. Algunos de sus miembros más representativos son Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Ramón María del Valle-Inclán o Joaquín Costa, que han sido considerados los precursores de la Edad de Plata española y el Regeneracionismo. Otra generación será la de 1914, conocida como el Novecentismo, con autores como Pérez de Ayala, Gómez de la Serna o el propio Ortega y Gasset. Por último, es relevante referir la importancia de la Generación del 27, con autores de la magnitud de F. García Lorca o Rafael Alberti; músicos como Manuel de Falla o Albéniz y artistas del nivel de Picasso, Dalí o Miró.






Yo soy yo y mi circunstancia. Si no la salvo a ella, no me salvaré yo”
 “No somos disparados a la existencia como una bala de fusil cuya trayectoria está absolutamente determinada. Es falso decir que lo que nos determina son las circunstancias. Al contrario, las circunstancias son el dilema ante el cual tenemos que decidirnos. Pero el que decide es nuestro carácter.”

En la época en la que vive nuestro filósofo destacan una serie de posiciones de interés meramente filosófico: idealismo, neokantismo, existencialismo, vitalismo, historicismo,… Otras caracterizadas por centrar su interés en el lenguaje y los problemas de la ciencia, como el positivismo, el Círculo de Viena y el estructuralismo y, por último, las centradas en resolver los problemas sociales y la crítica de las ideologías como el marxismo y el psicoanálisis.

Por su parte, Ortega y Gasset está especialmente influenciado por una serie de corrientes filosóficas que tienen como ejes fundamentales: la historicidad, la vida y la irreductibilidad del ser humano. Así nos encontramos con: la fenomenología [2] y el existencialismo [3] que, partiendo del viejo método fenomenológico, intentará hacer su propio análisis de la existencia humana; el vitalismo -doctrina que se centra en la explicación de los fenómenos biológicos por la acción de las fuerzas propias de los seres vivos y no solo por las de la materia- y, finalmente, resulta fundamental la influencia del historicismo como tendencia filosófica a reducir la realidad humana a su o condición histórica. Si bien, no podemos olvidar que el filósofo que nos ocupa, se desenvuelve en el contexto socio-cultural de una España que está dominada por el pensamiento tradicional y reaccionario de la Iglesia católica, que aún era apoyado por los sectores más conservadores de la sociedad. Por poner un ejemplo claro, en la universidad se explicaba Filosofía aristotélico-tomista hasta la llegada de Julián Sanz del Río a la Universidad Central de Madrid en donde introdujo las nuevas ideas sobre el Krausismo aprendidas en la Universidad de París. El Krausismo como doctrina filosófica pretendía la conciliación entre el teísmo y el panteísmo por medio de la razón, la vinculación a la ética y la práctica la renovación de los individuos y la sociedad. Un grupo de discípulos de Sanz del Río fundó en 1876 La Institución Libre de Enseñanza, con la idea de impartir educación liberal, sin dogmatismos y comprometida con la renovación espiritual y cultural de España. A una de sus promociones perteneció Ortega, que participó de sus ideales y mentalidad.
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[2] FENOMENOLOGÍA: Método filosófico creado por Friedrich Hegel, filósofo alemán de comienzos del siglo XIX, que se basa en la dialéctica interna del espíritu que presenta las formas de la conciencia como base para llegar al saber absoluto. Posteriormente, fue desarrollado por Edmund Husserl que, partiendo de la descripción de las entidades y cosas presentes a la intuición intelectual, logra captar la esencia pura de dichas entidades trascendentes consciencia humana.
[3] EXISTENCIALISMO: Movimiento filosófico que trata de fundar el conocimiento de toda realidad en la experiencia inmediata de la existencia propia.
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EPISTEMOLOGÍA: RACIOVITALISMO
Para José Ortega y Gasset, la Filosofía se presenta como un intento para solucionar los problemas que devienen al ser humano, porque en nuestro vivir necesitamos dar respuestas, dar sentido a nuestra vida. La Filosofía, queda pues limitada para Ortega como el única arma de raciocinio que conoce el ser humano para tratar de resolver los problemas que acaecen a nuestra vida.
Todo lo que nos sucede en la vida pasa a formar parte de nuestra historia, de nuestro pasado, por lo que las respuestas y razones que demos tendrán que ver con nuestro pasado, con las circunstancias que nos afectan. Por lo que nuestra razón además de ser vital es histórica.
I. EL PROBLEMA EPISTEMOLÓGICO EN ORTEGA Y GASSET.

¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA?
Para Ortega, «La Filosofía es el universo, todas las cosas que hay en él, reales, ideales, irreales, fantásticas o transreales.» El filósofo en su camino no debe dar nada por supuesto; es decir, no debe partir de creencias previas. El filósofo ha de predicar en su estudio la propiedad de todo lo que hay. El trabajo del filósofo ha de estar basado en buscar los verdaderos orígenes y principios del objeto de estudio; es decir ha de tener una dimensión de totalidad que alcance la universalidad para que, de esa manera, quede al mismo tiempo definido el Universo.
El filósofo en su búsqueda por lo universal de las cosas se somete al principio de pantonomía (en tanto que las Ciencias son particulares).
Lo universal de las cosas ha de ser su propio principio de realidad, ya que son cosas las que forman parte de nuestro Universo y no los conceptos vacíos.
Lo más universal de las cosas es su ‘ser’ en sí mismo.
Según Ortega hay tres tipos de ‘cosas’, a saber:
a) las que hay en el universo, con independencia de que las conozcamos o no
b) las que creemos que hay pero que en realidad no las hay.
c) Por último, las que de hecho sabemos que hay. Éstas estarán en el universo y en nuestro conocimiento.

Los datos del universo son los que se nos muestran, aunque en muchos casos se nos muestran contradictorios. No podemos fijar los datos del universo, por lo que entendemos que nos falta algo que algo no nos ha sido dado. Esta carencia es ‘el ser de las cosas’. Esta carencia se nos da a toda la humanidad ya que somos incapaces de renunciar a una idea de Universo, del mundo que nos rodea.
Ortega comienza a repasar las soluciones aportadas hasta entonces, así como el problema con el que se enfrenta la Metafísica y trata de dilucidar en qué consiste la búsqueda radical del Universo.
CRÍTICA DEL REALISMO Y DEL IDEALISMO
Esta concepción filosófica considera a la substancia como dato radical, o base, del Universo, solución mantenida hasta la época moderna. Pero esta solución en ningún momento se ha presentado clara, más bien contradictoria, pues de la misma ‘cosa’ en cuestión nos encontramos datos que no dejan de variar pero la cosa sigue siendo una y la misma. La solución que se ofrece pasa por suponer una substancia, un soporte de las propiedades, de esos datos cambiantes.
EL IDEALISMO
El hombre moderno se muestra escéptico ante la realidad que lo rodea, ante la que puede sentir y sitúa su conciencia, así como su pensamiento como el dato del Universo. El pensamiento es el contenido de la conciencia. Ortega un dualismo cíclico interno al pensamiento, distinguiendo así entre pensamiento reflejante y el pensamiento reflejado. El primero es el mismo acto de pensar, el segundo es el pensamiento producido por ese acto que a su vez es previo al primero. Lo que se quiere decir es que un contenido mental, un pensamiento sólo puede ser de un sujeto, no es independiente del sujeto; esto es, el pensamiento existe como pensamiento propio, pero con dependencia del sujeto que lo piensa.
El pensamiento es el dato universal del idealismo, no obstante, tal y como marcaba también la tendencia realista, se nos presenta contradictorio entre la variación de pensamientos y la unidad del ‘yo’ que los piensa. La respuesta que ofrece el hombre moderno (dada ya desde Descartes) es muy similar a la respuesta que dieron los realistas, pues, pasa por suponer un soporte para los pensamientos, un ‘yo substancia’ en el que los pensamientos derivan del ‘yo substancializado’.
La crítica de Ortega se basa en la percepción de que el idealismo se olvida de lo que él ha denominado pensamiento reflejante, es decir, ‘el mismo acto de pensar’. No puede haber pensamiento sin un ‘yo’ que los piense, así como, de la misma manera, no podrá haber un ‘yo’ que piense sin pensamientos. Pero si la substancia era «lo que no necesita de otra cosa para existir» -tal y como afirmó Descartes- ‘el yo’ que piensa necesita pensamientos para existir, por lo que el ‘yo’ no es una substancia. Pero no sólo esto, pues “un yo que piensa lo hace mientras está pensando, mientras realiza el acto de pensar por lo que la continuidad del ‘yo’ se rompe, -dice Ortega- no hay, pues, un sujeto constante.” [Crítica a la existencia de la ‘res cogitans’ cartesiana como sustancia pura]

 El desarrollo de la filosofía,  en cuanto necesidad de clarificación en la realidad, requiere, a juicio de Ortega, una crítica del realismo y del idealismo.


El Realismo considera a la substancia como dato radical, o base, del Universo, solución mantenida hasta la época moderna. Pero esta solución en ningún momento se ha presentado clara, más bien contradictoria, pues de la misma ‘cosa’ en cuestión nos encontramos datos que no dejan de variar pero la cosa sigue siendo una y la misma. La solución que se ofrece pasa por suponer una substancia, un soporte de las propiedades, de esos datos cambiantes.

Según el  Idealismo, el hombre moderno se muestra escéptico ante la realidad que lo rodea, ante la que puede sentir y sitúa su conciencia, así como su pensamiento como el dato del Universo. El pensamiento es el contenido de la conciencia. Ortega propone un dualismo cíclico interno al pensamiento, distinguiendo así entre pensamiento reflejante y el pensamiento reflejado. El primero es el mismo acto de pensar, el segundo es el pensamiento producido por ese acto que a su vez es previo al primero. Lo que se quiere decir es que un contenido mental, un pensamiento sólo puede ser de un sujeto, no es independiente del sujeto; esto es, el pensamiento existe como pensamiento propio, pero con dependencia del sujeto que lo piensa.  
El pensamiento es el dato universal del idealismo, no obstante, tal y como marcaba también la tendencia realista, se nos presenta contradictorio entre la variación de pensamientos y la unidad del ‘yo’ que los piensa. La respuesta que ofrece el hombre moderno (dada ya desde Descartes) es muy similar a la respuesta que dieron los realistas, pues, pasa por suponer un soporte para los pensamientos, un ‘yo substancia’ en el que los pensamientos derivan del ‘yo substancializado’.
 
La crítica de Ortega se basa en la percepción de que el idealismo se olvida de lo que él ha denominado pensamiento reflejante, es decir, ‘el mismo acto de pensar’. No puede haber pensamiento sin un ‘yo’ que los piense, así como, de la misma manera, no podrá haber un ‘yo’ que piense sin pensamientos. Pero si la substancia era «lo que no necesita de otra cosa para existir» -tal y como afirmó Descartes- ‘el yo’ que piensa necesita pensamientos para existir, por lo que el ‘yo’ no es una substancia. Pero no sólo esto, pues “un yo que piensa lo hace mientras está pensando, mientras realiza el acto de pensar por lo que la continuidad del ‘yo’ se rompe, -dice Ortega- no hay, pues, un sujeto constante.” [Crítica a la existencia de la ‘res cogitans’ cartesiana como sustancia pura]
 
 SU PROPUESTA
Con el concepto de pensamiento reflejado, lo que quiere decir Ortega es que no hay un pensamiento sin más, objetivado, cosificado, como una algo independiente a nosotros; sino que uno, en el acto mismo de pensar, se da cuenta de sí mismo, de su propia existencia. Siguiendo la pauta cartesiana, Ortega asevera que el ‘yo’ cuando piensa se percata de su ‘yo’ pensante. 

Ahora bien, Ortega pretende ir un poco más lejos, lo pensado no únicamente es un ‘contenido de conciencia’; por ejemplo, si yo pienso en este teatro, o en general, en la realidad externa, sólo por el hecho de ser externa también es algo trascendente al ‘yo’ que piensa: es obvio que ese teatro no está en mi cabeza, porque yo no soy substancia, como hemos criticado anteriormente.  

Ortega entiende por pensamiento una conciencia espontánea o perceptiva; no el acto de pensar sobre un acto mental; ni siquiera el acto de darse cuenta de sí mismo al pensar en un acto de ésta clase como una conciencia refleja -que es como lo entiende el idealismo cartesiano-.   

En un contraste entre la visión idealista y la postura de Ortega; para el idealismo “x” piensa “y” donde “y” es una acto mental. En tanto que para Ortega, “y” es a veces un acto mental, pero otras es trascendente a “x”. Para Ortega, la conciencia perceptiva es lo más inmediato a nosotros; no así, la conciencia refleja (que es externa al hombre) 
 EL DATO DEL UNIVERSO.

Yo soy para el mundo y el mundo es para mí. El ser consciente tiene dos sentidos, uno es consciente de lo que le rodea, del lugar en el que se encuentra, de lo que percibe, de su abrirse y captar al mundo, de su intencionalidad. Pero además de la percepción que tengo, me doy cuenta de esa percepción, de mis estados mentales, con ello me doy cuenta de mí mismo. Por lo que la conciencia es refleja, es reflexividad pues se da cuenta de sí misma.  
El dato primario del universo ha de ser lo que nos sea más inmediato y éste será el pensamiento reflejado o la conciencia perceptiva y no el pensamiento reflejante o conciencia refleja. El acto de pensar que he realizado cualquier acción supone previamente el contenido de la misma. Por ejemplo, el acto de pensar que he visto un cuadro supone que antes lo he visto.
 
EL RACIOVITALISMO: 

Entre 1923 y 1955 Ortega desarrolla el Raciovitalismo, que reconoce el valor de la razón, pero al mismo tiempo destaca sus raíces irracionales. Estrecha la unión entre razón y vida, entre razón e historia. El hombre es un ser dotado de razón, pero de una razón que tiene que usar para vivir y que ha inventado para no perderse en el Universo. Para el filósofo la razón es toda acción intelectual que nos pone en contacto con la realidad la vida es el dato radical del universo, es decir, la coexistencia del yo y su mundo. El filosofar es definir y buscar el sentido de la vida .  
Distingue siete categorías del vivir:
 
1 Vivir es, ante todo, encontrarse en el mundo. Mundo no es aquí «naturaleza» como creían los antiguos, sino «lo vivido como tal». Esta es la primera categoría de la vida: yo en el mundo; «me doy cuenta de mí en el mundo, de mí y del mundo, esto es, por lo pronto, «vivir». 

2  Pero nos encontramos  de una forma concreta : «Yo consisto en ocuparme de lo que hay en el mundo y el mundo consiste en todo aquello de que me ocupo y en nada más.» Por ello, «vivir es convivir con una circunstancia». 
3 Mas «todo hacer es ocuparse en algo para algo». Estamos ocupados en algo gracias a una finalidad en vista de la cual ocupamos nuestra vida de una forma determinada. La vida no está nunca prefijada. No está prevista; es imprevista. Es posibilidad y problema.

 
4  Pero nada se nos da hecho, por eso la vida es un decidir antes que un hacer. Vida es anticipación. Yo he sido libre para decidir por una u otra labor. 


5  Aunque si decido es porque tengo libertad para hacerlo, es decir, puedo escoger. Esto es fundamental, ya que el poder de decisión dependerá siempre de que haya o no posibilidades frente al que tiene que decidirse. Con palabras de Ortega: decidimos «porque vivir es hallarse en un mundo no hermético, sino que ofrece posibilidades». 

6  Por otra parte, esas posibilidades no son en absoluto ilimitadas. «Para que haya decisión tiene que haber a la vez limitación y holgura, determinación relativa. Esto expreso con la categoría circunstancias»
 
7  Lo que lleva la séptima y  última categoría: la temporalidad «Si nuestra vida consiste en decidir lo que vamos a hacer, quiere decirse que en la raíz misma de nuestra vida hay un atributo temporal: la vida es futurización’’.

No puede haber oposición entre razón y vida. La razón no debe pretender  sustituir la vida. La razón es una función viva y espontánea. Las propuestas de Ortega no van contra la razón, sino contra el racionalismo. Razonar significa referir algo a la totalidad de la vida: la vida misma, cuando se inserta en un contexto, es cuando se razona y se entiende.

El núcleo o realidad radical del todo unitario y circunstanciado es la vida del hombre:

1º Yo soy yo: En Ortega la vida se individualiza y se subjetiviza.  
2º Mi circunstancia: la vida no es solo yo, sino toda la realidad que me rodea. La vida es definida siempre en términos de presente.

Mi circunstancia es:

1) Todo lo que no soy yo.  
2) Mi mundo es mi circunstancia.

3)  Mi vida se va haciendo con las circunstancias. 
La perspectiva es móvil, dinámica, porque la realidad lo es, de modo que establece que la raíz de esa movilidad es la temporeidad de la propia vida humana. La sustancia de la vida es el tiempo, el cambio Cambia la perspectiva porque existe un irreductible desajuste entre el pasado y el futuro del hombre que, precisamente, da en el presente un continuo dinamismo de la perspectiva.

EL PERSPECTIVISMO

 Para Ortega no hay ninguna verdad absoluta, no hay ninguna verdad que esté por encima de las demás y fundamente el resto, más al contrario, la verdad ha de formar parte de la vida concreta de cada uno, de cada grupo social, de cada cultura. La verdad se nos da desde distintas perspectivas, desde distintos puntos de vista. Cada perspectiva no intenta superar perspectivas anteriores, al contrario, el mundo es esa pluralidad de perspectivas, todas ellas se integran en el mundo democráticamente. Lo más que podemos hacer para acercarnos a la verdad sería sumar todos los puntos de vista diferentes. Pero la perspectiva que tenemos del mundo viene limitada y condicionada por las circunstancias que nos son dadas por el mundo que nos rodea, por lo que no habrá perspectivas eternas. En este momento nos remontamos al yo, ya que la circunstancia sin más no es nada sin el sujeto que la vive. Por ello mi propia vida es la realidad, me conozco en cuanto me percibo, en cuanto me percato de que “yo soy yo y mi circunstancia”.  
 II. PROBLEMAS HISTÓRICO Y SOCIOLÓGICO EN ORTEGA Y GASSET

 Para Ortega cada momento de la historia tiene su razón, lógica y estructura; su su propia forma, como ocurría a cada yo que tenía su pasado. Pero todos los momentos históricos no son estancos si no que están relacionados, unos dependen de otros. Hay una razón histórica que da cuenta de ellos, pero es una razón no científica, no consiste en deducir o inducir sino que consiste en narrar ya que la razón científica no toma en cuenta la realidad humana, la libertad, la capacidad de elección, el hacerse. Esta razón es el fundamento de las demás razones, está por encima de las demás razones.  
III. EL PROBLEMA ANTROPOLÓGICO EN ORTEGA Y GASSET: Tª DE LA GENERACIÓN.
 
El filósofo destaca que el ser humano nace con desventajas respecto a los animales, Los ya que mientras éstos, por instinto, se saben defender a sí mismos al poco tiempo de nacer, nosotros necesitaríamos incluso años. La desventaja inicial se invierte  por nuestra capacidad ilimitada para aprender.  Según Ortega, el ser humano es un ser proyectivo: diseña el proyecto de su existencia, decidiendo qué va a ser y eligiendo los medios para conseguirlo. Por eso el ser humano ha progresado en sus costumbreS y evolución y los animales no.  Aunque en realidad, advierte Ortega que somos seres inacabados. 
La libertad es otro elemento distintivo humano. Debemos decidir lo que queremos ser, pero hay algo en lo que no somos libres: el hecho de existir y nacer libres. Son imposiciones del nacimiento.

Desde que está en el mundo, el hombre tiene la capacidad de elegir y elegirse a cada momento. Y necesita hacerse a si mismo, construir su propia esencia  en el transcurso de su camino vital. Pero al mismo tiempo tiene la capacidad de adelantarse a los acontecimientos, porque puede vislumbrar cuales son las posibles  implicaciones de su hacer, y esto lo consigue ensimismándose, yendo dentro de sí mismo.

 Para Ortega, la historia se puede analizar de acuerdo a las  generaciones. En su Teoría de las generaciones, asume que en toda sociedad humana conviven distintas generaciones. Estas generaciones se cumplen en periodos de quince años y hay dos tipos fundamentales: las establecidas,  es decir las mayores y las emergentes, las nuevas. Cuando los presupuestos teóricos de ambas son compatibles, la sociedad se desarrolla sin sobresaltos; pero si hay una ruptura entre una y otra, aparece la crisis social.

Esta crisis se manifestó en el siglo pasado mediante un fenómeno especial: La rebelión de las masas. Para Ortega los hombres se dividen en  hombre masa y en  minoría selecta. No se trata de una división de acuerdo al puesto que se ocupa dentro de la sociedad,  sino de acuerdo a una forma de ser y actuar, de llevar adelante el proyecto de vida de cada uno. Según el pensador, el hombre masa es aquel que se encuentra  satisfecho de sí mismo, y se cree completado moral e intelectualmente, por lo que actúa como el niño mimado que pretende todo sin exigirse nada. En cambio, la  minoría selecta  está formada por el tipo de persona que  se exige a sí misma más que a los demás y vive su vida buscando alcanzar ese desarrollo máximo anteponiendo los  deberes  a los derechos.

Toda generación tiene una actitud frente a la existencia, como tiene una misión y una vocación. Pero toda generación está compuesta por dos tipos de personas: una minoría selecta y una masa.  la función de la élite es dirigir a las masas hacia su misión histórica y las masas deben obedecer. Cuando las masas se rebelan y no quieren obedecer a la élite, según el filósofo, incumplen su misión histórica.
 

LA FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA. SIGLO XIX F. NIETZSCHE

Se entiende por Filosofía contemporánea el conjunto de las corrientes filosóficas comprendidas entre los siglos xix y xx. En el siglo xix es de vital relevancia el Liberalismo propugnado por John Stuart Mill, el positivismo de Comte, el materialismo de Marx y el vitalismo por Nietzsche. El siglo xx será representado por la fenomenología representada por Husserl, el positivismo lógico y la Filosofía analítica por Wittgenstein y por la preocupación en cuanto al ser, ontológica existencial de Heidegger y Jean Paul Sartre entre otros. Axiológicamente representado por Scheler. También una preocupación constante por el sentido del conocimiento y la Ciencia, y una crítica a la razón constante desde la dialéctica y la hermenéutica que acabará replegándose en la llamada posmodernidad.

LA FILOSOFÍA EN EL SIGLO XIX
CONTEXTO FILOSÓFICO EN EL QUE SE ENCUADRA EL PENSAMIENTO DE NIETZSCHE  (Entendiendo al autor dentro de su contexto)

En el nivel político-social, el siglo xix es una época marcada por la expansión de la Revolución Industrial y, en España, la crisis del imperio al perderse las colonias continentales y americanas. En general, fue el siglo en el que comenzó la ruptura definitiva del Antiguo Régimen a nivel político y social en toda Europa. Los progresos generales del capitalismo, siderurgia, ferrocarril, navegación a vapor, acaban con la relativa inestabilidad política y la tensión entre las fuerzas señoriales y las fuerzas burguesas, inclinándose la balanza a favor de éstas últimas, es la época de los liberalismos y también de las revoluciones nacionalistas (prueba de ello son las unificaciones de Alemania e Italia).
En este siglo, la revolución social es la que trae consigo el capitalismo que acaba por imponerse en todas partes. A finales del siglo xix genera nuevos cambios  tecnológicos (electricidad, gasolina, automóvil,...) y tiende a transformarse estructuralmente de capitalismo familiar a capitalismo monopolista y financiero, mientras las contradicciones entre las principales potencias políticas y su lucha por el reparto de los mercados mundiales conducen al colonialismo y el imperialismo. Por otra parte, se desaloja gran parte del campesinado de la tierra y se comienza a proletarizar a sectores del artesanado gremial creando así la mano de obra necesaria para el sistema industrial. 
Desde Europa se preconiza hacia el resto del mundo los nuevos principios jurídicos, institucionales y políticos, así como el sistema democrático y liberal. Se extiende la idea de que cada país ha de tener necesariamente una Constitución, así como la división de los tres poderes: legislativo, judicial y ejecutivo; además del pluralismo político, factor necesario, pues comienza a saberse como algo fundamental alternancia de los diferentes gobiernos de un país.

En cuanto al arte se hace notoria una clara reacción contra el Realismo, patente en corrientes como el Impresionismo, en pintura, Literatura o Música, o el Modernismo, movimiento, sobre todo literario.

EL LIBERALISMO

El Liberalismo es la teoría política y económica que defiende la primacía del principio de la libertad individual. Dicha defensa no supone la mera negación de la autoridad (lo que sería entender la libertad en sentido meramente negativo: como opuesta a sus constricciones), sino la afirmación de la autonomía del individuo para seguir reglas racionales. De esta manera defiende que la libertad es del individuo, por encima del Estado y de la colectividad. Como teoría política, el Liberalismo que se desarrolló en los siglos xvii y xviii, surgió a partir de las teorías contractualitas que insistían en los derechos universales del hombre.
En sus variantes más conservadoras, el Liberalismo ha tendido a menospreciar las diferencias concretas del punto de partida de los individuos. Basándose en una formulación abstracta de la «igualdad de todos los hombres», ha conducido hacia la confusión demagógica entre la defensa de dicha igualdad como ideal, con la declaración de la igualdad como punto de partida. De esta manera, bajo la demagogia de considerar que todos los hombres son iguales según el derecho, pero sin considerar el punto de partida realmente desigual de hecho, la defensa de estas tesis de manera abstracta implica la perpetuación de los privilegios de las clases dominantes, que se amparan en unas leyes de mercado hipotéticamente justas y objetivas pero que esconden un punto de partida desfavorable para los desposeídos. Este es el núcleo de la crítica que desde el marxismo se ha efectuado a los aspectos económicos e ideológicos del Liberalismo. Uno de los principales exponentes del Liberalismo filosófico es:

JOHN STUART MILL (1806-1873)

La filosofía de John Stuart Mill es una reelaboración de la tradición empirista y liberal inglesa, del utilitarismo y del espíritu positivista. Stuart Mill defiende que de la distribución de la riqueza es el problema fundamental de la economía política. Se preocupa por la libertad social, la de acción, que se exterioriza en libertad de pensamiento, expresión, asociación y el ejercicio de los demás derechos civiles, pero no aquella que supone defensa y protección del individuo frente a los abusos u opresión del poder -que se supone que ya ha de estar defendida en un estado democrático-,  sino la que ahoga la «tiranía de la mayoría», o de la masa, o de la opinión dominante.

La cohesión moral que necesita una sociedad ha de provenir de la ética. La que propone Mill, es la ética del principio utilitarista, según la cual la bondad de una acción corresponde a la mayor cantidad de felicidad del mayor número posible de personas, y donde «felicidad» es presencia de placer y ausencia de dolor. Al egoísmo ético que supone el principio utilitarista, contrapone Mill, como contrapeso, la reflexión de que no hay felicidad propia sin la percepción de la felicidad de los demás.

EL POSITIVISMO

Es una actitud teórica que sostiene que el único auténtico conocimiento o saber es el saber científico. Se caracteriza una actitud crítica ante la Filosofía tradicional, en especial la metafísica, y afirma que también la Filosofía ha de ser científica: defiende que la realidad se manifiesta en los fenómenos y obliga a rechazar cualquier concepción de una esencia oculta más allá de los fenómenos; la regla del nominalismo, según la cual el saber abstracto no es saber de cosas en sí o universales, sino de meras cosas individuales generalizadas, por lo que las reglas morales o juicios de valor son carentes de sentido cognoscitivo y, finalmente, la regla de la unidad del método de la Ciencia, según la cual cabe pensar en un sólo ámbito del saber, reducible a la observación y a la experiencia, en definitiva a una única Ciencia, tomando como modelo la Física. Uno de sus principales exponentes es

Marie Auguste François Xavier Comte, conocido como AUGUSTE COMTE (1798-1857)

La Filosofía es un momento de la evolución del espíritu humano, no es más que un saber abstracto que trata de dar unidad y coherencia, no son más que ideas generales acerca de las cosas y de los hombres que brotan espontáneamente, esto le ocurre porque la vida le fuerza a poner en orden lo que le rodea para poder prever lo que va a ocurrir. Hemos dicho que la Filosofía marca un punto de inflexión en la evolución de la Historia, vamos a ver los momentos, que representan los estados por los que ha pasado el espíritu humano:

1.- El estado teológico, en un momento en que la inteligencia humana y las Ciencias están en subdesarrollo, el hombre busca el origen de todo y lo explica por medio de la religión.

2.- El estado metafísico, los dioses son sustituidos por entidades abstractas, es un progreso porque no se sale de las cosas para ir a los agentes, sino que se queda en las cosas mismas.

3.- El espíritu positivo, se queda en las cosas mismas pero ateniéndose a la observación de los hechos y al razonamiento sobre ellos, no se trata de averiguar por qué ocurren las cosas, sino cómo ocurren. Su objeto no es descubrir causas, sino relaciones.

Comte hace una clasificación de las ciencias, para él, la Ciencia a la que las demás están subordinadas es la Sociología.

EL MATERIALISMO

El materialismo que sostuvieron K. Marx y F. Engels y que se caracteriza como una concepción del desarrollo de la historia y la sociedad en función de la realidad económica. El hombre es un ser histórico que se construye a sí mismo satisfaciendo en el medio que le rodea sus propias necesidades. Esta interrelación inicial con el medio ambiente se convierte en una actividad humana modificadora del mismo, mediante el trabajo, a lo cual denomina Marx ‘praxis’. A partir de este momento, no es simplemente un conjunto de necesidades biológicas y vitales lo que impulsa y provoca la actividad del hombre, sino la satisfacción de todas las necesidades «humanas» con la aplicación de lo que mayormente caracteriza al hombre como tal, como es su fuerza productiva, o relación del hombre con la Naturaleza, que se convierte en motor de la Historia humana. A ella se debe la existencia de unas determinadas relaciones de producción, así como las relaciones de los hombres que producen entre sí. Fuerzas de producción y relaciones de producción configuran, a su vez, los modos de producción, que son lo que determina una manera de vivir en sociedad en una fase concreta de la historia humana.

En los modos de producción, es decir, en la manera como se produce, que no es más que el sistema social, se manifiesta lo que el hombre es: su naturaleza histórica. A su vez, los modos de producción condicionan todo el proceso en que se estructura la vida social, política y espiritual del hombre.
  
FRIEDRICH NIETZSCHE (1844-1900)
 INTRODUCCIÓN:

Nietzsche nace, en la Turingia sajona unida a Prusia. En este periodo de tiempo, Prusia se refuerza como potencia hegemónica contra Francia, y se produce la unificación de Alemania.

                                    “Y el hombre, en su orgullo, creo a dios a su imagen y semejanza.” El Anticristo,  Friedrich Nietzsche

En 1815, con la derrota de Napoleón, Prusia se anexionó Renania y los príncipes alemanes crearon la Confederación Germánica de estados independientes en todo, menos en la política exterior. Y dentro de estos estados, Austria y Prusia eran dominantes, lo que creó una tensión entre ambos. Prusia instauró la Unión Aduanera del Norte de Alemania, de la que Austria quedó excluida. Esta unión duplicó el comercio y aumentó la preponderancia de Prusia en el mundo alemán y en Europa. No obstante en 1864 Austria y Prusia estuvieron aliadas en la Guerra de los ducados, sin embargo no cesaron las tensiones entre ambas potencias.
Con la llegada del canciller Otto von Bismark, se inicia una importante estrategia, para aislar a Francia y sustituir su hegemonía en Europa, por la Hegemonía Germana, derivada de la unión de los estados de habla alemana, liderados por Prusia, que mantenía el mejor ejército de Europa. En octubre de 1865, Bismark consigue del emperador francés Napoleón III, que Francia se mantenga neutral ante un previsible conflicto entre Austria y Prusia.
La disputa entre Austria y Prusia por la hegemonía de la unificación alemana se resolvió en 1866, con la victoria de Prusia en la Guerra de las siete semanas. La unificación se llevó a cabo en torno a la Confederación de la Alemania del Norte, concebida por Bismarck. El Reichstag se inauguró en 1867. En 1870 surge la guerra franco-prusiana. La victoria definitiva lograda por Prusia sobre los ejércitos de Napoleón III, fue la cúspide que permitió la efectiva unificación de Alemania bajo el Segundo Reich, liderado definitivamente por Prusia.
Desde el punto de vista político, Nietzsche, que había colaborado voluntariamente en la guerra franco-prusiana, y que conocía personalmente a Bismarck mostrará una actitud crítica hacia el nacionalismo y el imperio alemán. De hecho, criticará la concepción de Estado al entenderlo como un instrumento que los débiles utilizan para protegerse y con él vengarse de los fuertes. Además, con la incorporación de la democracia,  se llega al mayor punto de decadencia, debido a que permite el ascenso de mediocres al poder.
Desde el punto de vista económico, en esos momentos Alemania era uno de los países más industrializados de Europa. En el último decenio del siglo XIX se incrementó su producción industrial debido a su preponderancia socio-política y también gracias a sus relaciones con Inglaterra.
 
Desde el punto de vista sociocultural y filosófico el siglo xix, está fuertemente condicionado, por las consecuencias de la Ilustración alemana, y especialmente de su gran pensador Kant; su filosofía es a la vez racionalista e iluminista. La razón es la única guía posible; pero al mismo tiempo tiene unos límites precisos. Muchos intelectuales y filósofos intentaron transponer estos límites abriendo nuevas vías de investigación. Los primeros fueron los integrantes del pre-romanticismo alemán, que reconoce los límites de la razón, pero pretende trascenderlos a través de la experiencia mística y la fe. Sus principales representantes son: Jacobi, Hartmann, Herder y los poetas Schiller y Goethe.
En este marco intelectual y filosófico donde empieza a fraguarse el Romanticismo, será donde se desarrolle el pensamiento nietzscheano.
Los románticos vieron en la razón humana una fuerza infinita, capaz de conocer la totalidad, lo absoluto. Unos, como Fichte, Schelling y Hegel, entendieron la infinitud de la conciencia como una actividad racional necesaria y dialéctica; otros como Schleiermacher, Schlegel, Tisch y Novalis, entendieron esa infinitud, como una actividad libre, privada de una determinación rigurosa, que identificaban con el sentimiento.
En la segunda mitad del siglo, se produjo un fuerte rechazo al Romanticismo, en particular al Idealismo hegeliano, en varias perspectivas.
Desde el materialismo de la izquierda hegeliana, Feuebarch con su concepto de "alienación religiosa", y desde el materialismo histórico de Marx, que critica el fraude hegeliano de interpretar las producciones sin advertir su soporte económico, basado en la injusticia social -superestructura-.
 
Por último, desde un individualismo pesimista, se interpreta el mundo como la expansión de una voluntad cósmica. Es la postura de Schopenhauer.
Nietzsche enlaza más directamente con esta última perspectiva y critica el materialismo histórico y especialmente el socialismo, debido fundamentalmente a su visión igualitarista. Respecto al positivismo, Nietzsche en realidad sintió gran interés por las Ciencias y las criticó duramente aunque sintió afinidad por la Biología, sobre todo el evolucionismo de Darwin y el neodarwinismo.
Sin embargo la genialidad del pensamiento de Nietzsche, se desmarca de todas las corrientes de su época, incluso de las más críticas. Su formación clásica y sus dos símbolos: Apolo y Dionisos, le sirvieron para pensar la cultura griega con nuevas categorías y sobre todo para elaborar una nueva perspectiva original y trágica, cuya influencia pervive hasta nuestros días.
Por último, el siglo xix fue un siglo de grandes innovaciones; en cuanto a la Ciencia y cultura, la vacuna de Pasteur, las leyes de genética de Mendel y el nacimiento de la psicología de Wundt. En cuanto a la técnica, el telégrafo, el automóvil y la lámpara eléctrica. En música, destacan compositores como Verdi, Debussy, Brahms y Wagner. En pintura, corrientes como el Realismo, el Naturalismo, el Impresionismo y el Expresionismo. En literatura, el Realismo, Naturalismo y Romanticismo.  
FILOSOFÍA NIETZSCHEANA
PENSAMIENTO
La filosofía de Nietzsche es una crítica a los fundamentos de la cultura occidental basada en una metafísica, una religión y una moral que han suplantado e invertido lo valores vitales, por otra parte es un intento de superación de esta cultura a la que califica como producto del resentimiento contra la vida.
El constructo filosófico de Nietzsche se puede dividir en tres etapas: la romántica (o etapa de juventud), la positiva (en la línea de Comte) y la zaratústrica, en la cual, hace estudio sobre la manera tradicional de entender la vida y la voluntad y propone su enfoque de la vida, sus teorías de voluntad de poder y el superhombre. Esta última etapa es la más relevante, pues será el momento en que Nietzsche tratará de destruir la Religión, en Así habló Zaratustra, utilizando un estilo de parábolas evangelistas como ironía al cristianismo. Pero más que un estructurador sistemático su pensamiento lo expresa con un lenguaje más literario y expresivo que ensayístico. Hace gala del género aforístico que consiste en expresar mediante formulaciones breves e independientes con las que pretende no demostrar nada, sino insinuar y estimular a su lector a que piense.
EL PROBLEMA EPISTEMOLÓGICO:

Considera que únicamente podemos descubrir la esencia del mundo -y, por tanto, la Filosofía- a partir del arte y más en concreto de la tragedia, ya que viene a representar el juego trágico que es la vida. El verdadero artista es el que acepta la vida; incluso en sus aspectos más terribles. El ideal de hombre de Nietzsche es el que se lanza a la vida y se abraza a ella pudiendo destruirse.
 En su estudio sobre la tragedia, investiga también sobre el nacimiento de la cultura occidental que analiza a partir de dos categorías complementarias de análisis estético: lo apolíneo y lo dionisiaco. Apolíneo representa el ideal de belleza y proporcionalidad; lo dionisiaco representa la desmesura, lo inacabado y el devenir. Ambas categorías se estimulan y se necesitan mutuamente, a pesar de que se encuentran en continua lucha. Pero esta unidad se verá truncada por la traición de Sócrates, al que Nietzsche denomina ‘cofrade del dios Apolo’, al poner la vida en función de la razón, en lugar de poner la razón en función de la vida. La ruptura de estos dos valores es la base de la cultura occidental que nace a partir de subordinar la vida a la razón, de lo dionisiaco a lo apolíneo. A partir de Sócrates, comienza la decadencia al pensar que libertad y voluntad han de estar fundadas en el logos, en la razón. Al adoptar esto la cultura occidental ha puesto el mundo real del devenir en función de un falso mundo estático y suprasensible. De esta manera, la unidad queda rota a favor de lo apolíneo, pero un apolíneo desnaturalizado al que le falta su correlato.
Así, Nietzsche, combate el cientificismo por considerarlo aliado de la Metafísica al sustentar como verdad objetiva un orden eterno que la Ciencia pretende descubrir. Este orden eterno pretendido se basa en el lenguaje que aprisiona el pensamiento en conceptos fijos y estáticos. El propósito de Nietzsche es destruir la Metafísica, la Religión y la Moral por estar sustentadas en un mundo que no es real y pretender acabar con el instinto humano, con el sentimiento y con la vida en última instancia; así como por haber dejado al género humano sumido en un grave nihilismo [1] al negar los valores de la vida y despreciar el cuerpo debido a la inversión de los valores que desde Sócrates ha puesto la vida en función de la razón.   
Para Nietzsche, La verdad objetiva no existe, todo está en devenir, la realidad se nos presenta como un constante cambio, como un proceso, como un eterno movimiento en contraposición a los principios y fundamentos estáticos de la metafísica. Esa verdad estática de la que nos habla la metafísica no existe, toda la verdad es interpretación, son las condiciones sociales y psicológicas las que nos imponen la verdad. Por ello, para Nietzsche, la verdad es lo que favorece la vida. El devenir o constante cambio que se da en el mundo no se puede encerrar con los conceptos del entendimiento, sólo se deja entender mediante metáforas; pues el lenguaje lógico y científico no es adecuado para describirla. Todo concepto surge al poner como igual lo que no es igual y se acepta inconscientemente una significación de las palabras que originalmente no tendrían, consiguiendo así adaptar la realidad y los comportamientos en beneficio de quienes tienen poder para que valgan de ese modo.
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[1]  NIHILISMO. (Del lat. nihil, nada, e -ismo): Negación de todo principio religioso, político y social.
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La Ciencia y la Lógica se presentan como vías útiles para asegurar la supervivencia de nuestra especie, privada de instintos seguros en un mundo de constante transformación (no son más que un conjunto de creencias útiles para vivir mejor, pero nada tienen que ver con la verdad o con describir la realidad).
El lenguaje es arbitrario y el conjunto de metáforas que lo forma nos indican que le lenguaje no es puro conocimiento, sino que sólo expresa las relaciones de las cosas para con nosotros; lo cual es prueba de que el lenguaje es subjetivo y de que está por encima del conocimiento (o de lo contrario, ya conoceríamos el noúmeno o ‘la cosa en sí’ de la que hablaba Kant). Por tanto todo conocimiento es subjetivo y como el lenguaje era arbitrario, concluiremos que el conocimiento también lo es, de este modo, orientamos nuestro conocimiento a lo que nos reporta utilidad. Si el lenguaje como instrumento del conocimiento no procede de la esencia de las cosas, el conocimiento no puede llegar a la esencia de las cosas y por tanto, no hay verdadero conocimiento.  
EL 'YO' (PROBLEMA ANTROPOLÓGICO)

La voluntad de poder: El hombre ya no es el compuesto de cuerpo y alma (negación del compuesto hilemórfico aristotélico), sino vida. Nietzsche define al hombre como

“El conjunto de todo lo que le acontece, es decir: la vida. El hombre es en sí mismo vida y voluntad de poder porque es en sí mismo capacidad para valorar y crear valores.

El impulso vital es expresión de la voluntad de poder, es la total superación del nihilismo, es la esencia del ser que se sitúa más allá del bien y del mal, es pura creación, y con ella pura alegría. Al ir más allá de la interpretación moralista del mundo, más allá del bien y del mal, advertimos que lo que reina omnipresente en la vida es la ‘voluntad de poder’, de crecer, de desarrollarse avasallando. así, dirá:

“El mundo aparece como una inmensidad de fuerza, sin comienzo y sin fin, como un devenir constante, en una transformación eterna, en su retorno contradictorio y armónico es creación y destrucción eterna, sin ningún tipo de finalidad. “Más allá del bien y del mal”. Aquel que vive en esta verdad trágica ya que la vida en sí es algo trágico será el superhombre el que pondrá los valores de la vida como voluntad de poder.
Así se identifican los términos de voluntad de poder, devenir, vida y ser (el ser y el devenir se conformará en lo que más adelante denominaremos como eterno retorno).


EL PROBLEMA DE LA MORAL:

Nietzsche no será el primero en asumir la muerte de Dios, pero sí le sacó todas las consecuencias posibles. Para él, la muerte de Dios supone la aparición del superhombre y la del último hombre, éste es el que se conforma con lo dado, sustituye a Dios por la Ciencia para su propio provecho y comodidad. Asumir la muerte de Dios supone vivir en un mundo vacío de sentido, en un nihilismo, pues carece de valores vitales. En ese sentido se muestra que no hay valores fundamentados fuera de la vida lo que nos lleva al nihilismo positivo, la total ausencia de valor que nos conduce a dar valores a la vida y asumir el constante devenir que es la vida. En este caldo de cultivo, es donde aparece el superhombre nietzscheano, el que se da para sí mismo lo que antes daba a Dios, el que asume todas las consecuencias de la muerte de Dios y no lo sustituye por otros valores, sino que dirige su propia vida. En este sentido es el verdadero filósofo, es el creador de sentido. El superhombre es capaz de superar e invertir los valores contrarios a la vida que han caracterizado la historia de la cultura de occidente. Un valor es un punto de vista que está puesto por y para explicar algo que nos sea útil. Par explicar la transformación al superhombre utiliza la siguiente metáfora:

“El espíritu se convierte en camello, en león y por fin en niño

Nietzsche explica que el camello es el hombre que se inclina ante la omnipotencia de Dios, ante la moral. El león es el que dice que no, se enfrenta el devenir y se deja arrastrar por él, pero no es capaz de crear valores. El niño es el que quiere su voluntad, el ‘yo quiero ‘del niño se da en el juego, en el que realiza su vida, crea, desarrolla sus posibilidades y proyectos. El juego es arte, la vida creación artística (uno es libre cuando es dueño de sus proyectos en su quehacer creador). El superhombre será el único capaz de asumir la visión del eterno retorno. Así, sólo con el eterno retorno, la muerte de Dios es efectiva y, además, se supera la nada.
Esta línea de pensamiento, supone abandonar la concepción de tiempo cristiano, que es lineal donde cada suceso es único e irrepetible, un mundo con un inicio y un fin, para volver a la concepción de tiempo griega, que es circular, donde lo eterno es la infinita repetición y donde cada cosa y suceso es eterno al repetirse eternamente (concepción de los filósofos presocráticos). Nietzsche apoya esta interpretación al final de su libro Voluntad de poder argumentando que si el tiempo es eterno y la materia es limitada, finita y todo se encuentra en un constante cambio, en un devenir, por lo que tendrá que suceder en algún momento que las cosas se repitan (concepción cíclica). La máxima aspiración del hombre es ser creador, pero no se puede crear lo nuevo, sino lo que ya ha existido, por ello hay que aceptar como real todo lo que se nos impone en cada momento. A ello se refiere Nietzsche con «amor fati» -traducido como ‘amor al destino’-. El hombre ha de aceptar lo que hay y lo que deviene en su existencia, y amarlo. La aceptación de esto producirá la transmutación completa de todos los valores al no haber ninguna finalidad, y creará la casta de los superhombres destinados a dominar el mundo, con ello habrá llegado la hora de la “gran política” la que instaure los valores opuestos a los que ha triunfado en Europa, a través de una gran oligarquía que esté por encima de los pueblos y sus intereses, así como de promover una educación para la política de la humanidad en su integridad.                
En cuanto a la moral, para Nietzsche, se debe eliminar el dogmatismo de los valores, su pretendida objetividad y su pretendida autonomía. Lo que Nietzsche pretende no es sustituir unos valores por otros, sino desenmascarar y desvalorizar todos los valores preconcebidos por tradición e, incluso, el concepto mismo de ‘valor’; pues, en él no ve más que un código jerárquico impuesto desde el nacimiento al ser humano, que aliena de sí mismo al individuo al encubrir todos sus instintos de fuerza o de decadencia que dominan la vida y que son puestos por ella como su propia expresión. 
Así, la moral, ha engendrado unos falsos valores que proceden de la negación radical del valor de lo sensible, y los ha puesto en función de lo suprasensible, más allá de la vida, en función de la muerte. Por tanto, la moral es antinatural porque se alza contra los instintos primarios de la vida y promulga valores como la modestia, la pobreza de espíritu, etc.
En la genealogía de la moral, Nietzsche instaurará el método genealógico en el que rastrea los orígenes de los prejuicios morales de nuestra cultura examinando nociones como, bueno, malo, culpa, etc. Así, por ejemplo, “lo bueno”, en su origen significaba lo noble, lo fuerte y espontáneo, se fue transformando, por mediación de la casta sacerdotal para convertirse en debilidad y pobreza de espíritu. Su estudio sobre la Filología le llevó a pensar que no sólo podía ser un método, también debía de tener algo de ciencia natural pues mediante el lenguaje fundamos uno de los instintos más profundos del hombre. Así es como el pensador que nos ocupa llegará a la conclusión de que hay que investigar la naturaleza del lenguaje (rompiendo con clásico dualismo physis versus nomos) no sólo la construcción cultural que nos ha sido inculcada por herencia. En un análisis profundo de la esencia del lenguaje, Nietzsche advierte que existe una gran cantidad de prejuicios y errores que tienen lugar por quedarse con la mera repetición de palabras, hasta el hecho de conservar el lenguaje como algo heredado que se sitúa por encima de los hablantes, dándole un valor sagrado. El valor que se le da a las palabras está teñido de consideraciones morales y sociales y queda muy lejos de responder a la naturaleza de las acciones y de los hombres a las que se aplica. La idiosincrasia colectiva termina aceptando y asumiendo inconscientemente una significación distinta de la que le dio origen. Nietzsche propone como actividad necesaria descubrir el origen o etimología de cada palabra y la significación que tiene en cada momento debido a los deslizamientos semánticos (tergiversación) que sufre a lo largo de la Historia para así mantener el status quo.

No hay fenómenos morales, sino interpretación moral de los fenómenos. No hay una moral, pues en la base de todo está el hombre individual, no un hombre universal.  

Nietzsche distingue dos tipos de moral, la de los señores («moral aristocrática») y la de los esclavos («moral servil»). Para la moral aristocrática será ‘bueno’ todo aquello que eleve al individuo, la que lo lleve a lo auténtico de su vida, que le dé nobleza a su existencia. La moral servil, la de los esclavos está impregnada por el instinto de venganza y quiere igualar todas las cosas. La moral de los señores es creativa y la de los esclavos asume lo dado. Si el ser humano es un ser que se produce a sí mismo en virtud de su libertad, la moral servil no hace más que negar el desarrollo del individuo. Así, la vida siempre inocente, siempre más allá del bien y del mal siempre creativa y en devenir es potente o impotente. Si lo primero se exterioriza como fuerza y vitalidad, lo segundo como atrofia y empobrece. Los instintos que no pueden ser exteriorizados, se vuelven hacia dentro inhibiéndonos y deprimiéndonos; creándose así la conciencia idealista y moral servil, que lejos de ser buena y angelical supone una crueldad refinada hacia lo más hondo de cada uno llevándonos a aborrecer el mundo, la vida. El peor pronóstico, según Nietzsche, ocurre cuando los más fuertes aceptan (coaccionados) las valoraciones creadas por lo más débiles -que son mayoría-; en ese punto, los poderosos se someten a los que en sí mismos son impotentes. 

EL PROBLEMA TEOLÓGICO:

El nihilismo, que anteriormente hemos mencionado se acentuó con el cristianismo cuyos valores de sometimiento, de resignación y de culpabilidad son el fruto del resentimiento contra todo lo vital. Este nihilismo negativo desembocará en un nihilismo positivo que desenmascarará los falsos valores y expresará la muerte de Dios, lo que significa que no hay sentido, que los antiguos valores han quedado desvalorizados prevaleciendo tan sólo todo aquello que sea la mera valoración de los individuos que sean dueños de sus vidas, los superhombres.

Al atestiguar la muerte de Dios, Nietzsche viene a representar la negación de todos los trasmundos, acabar con esa mentira que destruye la vida ya que Dios es entendido como el fundamento del mundo verdadero, como cualquier tipo de Absoluto. Así, afirmará Nietzsche:

No hay Dioses, si los hubiese como soportaría yo no ser uno de ellos”.

Por lo que lo único que debe ser reconocido como ‘existente’ es aquello que el hombre puede llegar a ser o crear. Además, el Dios cristiano es un Dios mentiroso, es un Dios que promete amor, pero que actúa ante todo como un juez. Es un Dios del resentimiento que odia a quienes no le amen, a quienes no se someten a sus dictados. El espíritu libre es ese que quiere encontrarse con el mundo verdadero, el que asume la muerte de Dios.