Se entiende por Filosofía contemporánea el conjunto de las corrientes filosóficas comprendidas entre los siglos xix y xx. En el siglo xix es de vital relevancia el Liberalismo propugnado por John Stuart Mill, el positivismo de Comte, el materialismo de Marx y el vitalismo por Nietzsche. El siglo xx será representado por la fenomenología representada por Husserl, el positivismo lógico y la Filosofía analítica por Wittgenstein y por la preocupación en cuanto al ser, ontológica existencial de Heidegger y Jean Paul Sartre entre otros. Axiológicamente representado por Scheler. También una preocupación constante por el sentido del conocimiento y la Ciencia, y una crítica a la razón constante desde la dialéctica y la hermenéutica que acabará replegándose en la llamada posmodernidad.
LA FILOSOFÍA EN EL SIGLO XIX
CONTEXTO FILOSÓFICO EN EL QUE SE ENCUADRA EL PENSAMIENTO DE NIETZSCHE (Entendiendo al autor dentro de su contexto)
En el nivel político-social, el siglo xix es una época marcada por la expansión de la Revolución Industrial y, en España, la crisis del imperio al perderse las colonias continentales y americanas. En general, fue el siglo en el que comenzó la ruptura definitiva del Antiguo Régimen a nivel político y social en toda Europa. Los progresos generales del capitalismo, siderurgia, ferrocarril, navegación a vapor, acaban con la relativa inestabilidad política y la tensión entre las fuerzas señoriales y las fuerzas burguesas, inclinándose la balanza a favor de éstas últimas, es la época de los liberalismos y también de las revoluciones nacionalistas (prueba de ello son las unificaciones de Alemania e Italia).
En este siglo, la revolución social es la que trae consigo el capitalismo que acaba por imponerse en todas partes. A finales del siglo xix genera nuevos cambios tecnológicos (electricidad, gasolina, automóvil,...) y tiende a transformarse estructuralmente de capitalismo familiar a capitalismo monopolista y financiero, mientras las contradicciones entre las principales potencias políticas y su lucha por el reparto de los mercados mundiales conducen al colonialismo y el imperialismo. Por otra parte, se desaloja gran parte del campesinado de la tierra y se comienza a proletarizar a sectores del artesanado gremial creando así la mano de obra necesaria para el sistema industrial.
Desde Europa se preconiza hacia el resto del mundo los nuevos principios jurídicos, institucionales y políticos, así como el sistema democrático y liberal. Se extiende la idea de que cada país ha de tener necesariamente una Constitución, así como la división de los tres poderes: legislativo, judicial y ejecutivo; además del pluralismo político, factor necesario, pues comienza a saberse como algo fundamental alternancia de los diferentes gobiernos de un país.
En cuanto al arte se hace notoria una clara reacción contra el Realismo, patente en corrientes como el Impresionismo, en pintura, Literatura o Música, o el Modernismo, movimiento, sobre todo literario.
EL LIBERALISMO
El Liberalismo es la teoría política y económica que defiende la primacía del principio de la libertad individual. Dicha defensa no supone la mera negación de la autoridad (lo que sería entender la libertad en sentido meramente negativo: como opuesta a sus constricciones), sino la afirmación de la autonomía del individuo para seguir reglas racionales. De esta manera defiende que la libertad es del individuo, por encima del Estado y de la colectividad. Como teoría política, el Liberalismo que se desarrolló en los siglos xvii y xviii, surgió a partir de las teorías contractualitas que insistían en los derechos universales del hombre.
En sus variantes más conservadoras, el Liberalismo ha tendido a menospreciar las diferencias concretas del punto de partida de los individuos. Basándose en una formulación abstracta de la «igualdad de todos los hombres», ha conducido hacia la confusión demagógica entre la defensa de dicha igualdad como ideal, con la declaración de la igualdad como punto de partida. De esta manera, bajo la demagogia de considerar que todos los hombres son iguales según el derecho, pero sin considerar el punto de partida realmente desigual de hecho, la defensa de estas tesis de manera abstracta implica la perpetuación de los privilegios de las clases dominantes, que se amparan en unas leyes de mercado hipotéticamente justas y objetivas pero que esconden un punto de partida desfavorable para los desposeídos. Este es el núcleo de la crítica que desde el marxismo se ha efectuado a los aspectos económicos e ideológicos del Liberalismo. Uno de los principales exponentes del Liberalismo filosófico es:
JOHN STUART MILL (1806-1873)
La filosofía de John Stuart Mill es una reelaboración de la tradición empirista y liberal inglesa, del utilitarismo y del espíritu positivista. Stuart Mill defiende que de la distribución de la riqueza es el problema fundamental de la economía política. Se preocupa por la libertad social, la de acción, que se exterioriza en libertad de pensamiento, expresión, asociación y el ejercicio de los demás derechos civiles, pero no aquella que supone defensa y protección del individuo frente a los abusos u opresión del poder -que se supone que ya ha de estar defendida en un estado democrático-, sino la que ahoga la «tiranía de la mayoría», o de la masa, o de la opinión dominante.
La cohesión moral que necesita una sociedad ha de provenir de la ética. La que propone Mill, es la ética del principio utilitarista, según la cual la bondad de una acción corresponde a la mayor cantidad de felicidad del mayor número posible de personas, y donde «felicidad» es presencia de placer y ausencia de dolor. Al egoísmo ético que supone el principio utilitarista, contrapone Mill, como contrapeso, la reflexión de que no hay felicidad propia sin la percepción de la felicidad de los demás.
EL POSITIVISMO
Es una actitud teórica que sostiene que el único auténtico conocimiento o saber es el saber científico. Se caracteriza una actitud crítica ante la Filosofía tradicional, en especial la metafísica, y afirma que también la Filosofía ha de ser científica: defiende que la realidad se manifiesta en los fenómenos y obliga a rechazar cualquier concepción de una esencia oculta más allá de los fenómenos; la regla del nominalismo, según la cual el saber abstracto no es saber de cosas en sí o universales, sino de meras cosas individuales generalizadas, por lo que las reglas morales o juicios de valor son carentes de sentido cognoscitivo y, finalmente, la regla de la unidad del método de la Ciencia, según la cual cabe pensar en un sólo ámbito del saber, reducible a la observación y a la experiencia, en definitiva a una única Ciencia, tomando como modelo la Física. Uno de sus principales exponentes es
Marie Auguste François Xavier Comte, conocido como AUGUSTE COMTE (1798-1857)
La Filosofía es un momento de la evolución del espíritu humano, no es más que un saber abstracto que trata de dar unidad y coherencia, no son más que ideas generales acerca de las cosas y de los hombres que brotan espontáneamente, esto le ocurre porque la vida le fuerza a poner en orden lo que le rodea para poder prever lo que va a ocurrir. Hemos dicho que la Filosofía marca un punto de inflexión en la evolución de la Historia, vamos a ver los momentos, que representan los estados por los que ha pasado el espíritu humano:
1.- El estado teológico, en un momento en que la inteligencia humana y las Ciencias están en subdesarrollo, el hombre busca el origen de todo y lo explica por medio de la religión.
2.- El estado metafísico, los dioses son sustituidos por entidades abstractas, es un progreso porque no se sale de las cosas para ir a los agentes, sino que se queda en las cosas mismas.
3.- El espíritu positivo, se queda en las cosas mismas pero ateniéndose a la observación de los hechos y al razonamiento sobre ellos, no se trata de averiguar por qué ocurren las cosas, sino cómo ocurren. Su objeto no es descubrir causas, sino relaciones.
Comte hace una clasificación de las ciencias, para él, la Ciencia a la que las demás están subordinadas es la Sociología.
EL MATERIALISMO
El materialismo que sostuvieron K. Marx y F. Engels y que se caracteriza como una concepción del desarrollo de la historia y la sociedad en función de la realidad económica. El hombre es un ser histórico que se construye a sí mismo satisfaciendo en el medio que le rodea sus propias necesidades. Esta interrelación inicial con el medio ambiente se convierte en una actividad humana modificadora del mismo, mediante el trabajo, a lo cual denomina Marx ‘praxis’. A partir de este momento, no es simplemente un conjunto de necesidades biológicas y vitales lo que impulsa y provoca la actividad del hombre, sino la satisfacción de todas las necesidades «humanas» con la aplicación de lo que mayormente caracteriza al hombre como tal, como es su fuerza productiva, o relación del hombre con la Naturaleza, que se convierte en motor de la Historia humana. A ella se debe la existencia de unas determinadas relaciones de producción, así como las relaciones de los hombres que producen entre sí. Fuerzas de producción y relaciones de producción configuran, a su vez, los modos de producción, que son lo que determina una manera de vivir en sociedad en una fase concreta de la historia humana.
En los modos de producción, es decir, en la manera como se produce, que no es más que el sistema social, se manifiesta lo que el hombre es: su naturaleza histórica. A su vez, los modos de producción condicionan todo el proceso en que se estructura la vida social, política y espiritual del hombre.
FRIEDRICH NIETZSCHE (1844-1900)
INTRODUCCIÓN:
Nietzsche nace, en la Turingia sajona unida a Prusia. En este periodo de tiempo, Prusia se refuerza como potencia hegemónica contra Francia, y se produce la unificación de Alemania.
“Y el hombre, en su orgullo, creo a dios a su imagen y semejanza.” El Anticristo, Friedrich Nietzsche
En 1815, con la derrota de Napoleón, Prusia se anexionó Renania y los príncipes alemanes crearon la Confederación Germánica de estados independientes en todo, menos en la política exterior. Y dentro de estos estados, Austria y Prusia eran dominantes, lo que creó una tensión entre ambos. Prusia instauró la Unión Aduanera del Norte de Alemania, de la que Austria quedó excluida. Esta unión duplicó el comercio y aumentó la preponderancia de Prusia en el mundo alemán y en Europa. No obstante en 1864 Austria y Prusia estuvieron aliadas en la Guerra de los ducados, sin embargo no cesaron las tensiones entre ambas potencias.
Con la llegada del canciller Otto von Bismark, se inicia una importante estrategia, para aislar a Francia y sustituir su hegemonía en Europa, por la Hegemonía Germana, derivada de la unión de los estados de habla alemana, liderados por Prusia, que mantenía el mejor ejército de Europa. En octubre de 1865, Bismark consigue del emperador francés Napoleón III, que Francia se mantenga neutral ante un previsible conflicto entre Austria y Prusia.
La disputa entre Austria y Prusia por la hegemonía de la unificación alemana se resolvió en 1866, con la victoria de Prusia en la Guerra de las siete semanas. La unificación se llevó a cabo en torno a la Confederación de la Alemania del Norte, concebida por Bismarck. El Reichstag se inauguró en 1867. En 1870 surge la guerra franco-prusiana. La victoria definitiva lograda por Prusia sobre los ejércitos de Napoleón III, fue la cúspide que permitió la efectiva unificación de Alemania bajo el Segundo Reich, liderado definitivamente por Prusia.
Desde el punto de vista político, Nietzsche, que había colaborado voluntariamente en la guerra franco-prusiana, y que conocía personalmente a Bismarck mostrará una actitud crítica hacia el nacionalismo y el imperio alemán. De hecho, criticará la concepción de Estado al entenderlo como un instrumento que los débiles utilizan para protegerse y con él vengarse de los fuertes. Además, con la incorporación de la democracia, se llega al mayor punto de decadencia, debido a que permite el ascenso de mediocres al poder.
Desde el punto de vista económico, en esos momentos Alemania era uno de los países más industrializados de Europa. En el último decenio del siglo XIX se incrementó su producción industrial debido a su preponderancia socio-política y también gracias a sus relaciones con Inglaterra.
Desde el punto de vista sociocultural y filosófico el siglo xix, está fuertemente condicionado, por las consecuencias de la Ilustración alemana, y especialmente de su gran pensador Kant; su filosofía es a la vez racionalista e iluminista. La razón es la única guía posible; pero al mismo tiempo tiene unos límites precisos. Muchos intelectuales y filósofos intentaron transponer estos límites abriendo nuevas vías de investigación. Los primeros fueron los integrantes del pre-romanticismo alemán, que reconoce los límites de la razón, pero pretende trascenderlos a través de la experiencia mística y la fe. Sus principales representantes son: Jacobi, Hartmann, Herder y los poetas Schiller y Goethe.
En este marco intelectual y filosófico donde empieza a fraguarse el Romanticismo, será donde se desarrolle el pensamiento nietzscheano.
Los románticos vieron en la razón humana una fuerza infinita, capaz de conocer la totalidad, lo absoluto. Unos, como Fichte, Schelling y Hegel, entendieron la infinitud de la conciencia como una actividad racional necesaria y dialéctica; otros como Schleiermacher, Schlegel, Tisch y Novalis, entendieron esa infinitud, como una actividad libre, privada de una determinación rigurosa, que identificaban con el sentimiento.
En la segunda mitad del siglo, se produjo un fuerte rechazo al Romanticismo, en particular al Idealismo hegeliano, en varias perspectivas.
Desde el materialismo de la izquierda hegeliana, Feuebarch con su concepto de "alienación religiosa", y desde el materialismo histórico de Marx, que critica el fraude hegeliano de interpretar las producciones sin advertir su soporte económico, basado en la injusticia social -superestructura-.
Por último, desde un individualismo pesimista, se interpreta el mundo como la expansión de una voluntad cósmica. Es la postura de Schopenhauer.
Nietzsche enlaza más directamente con esta última perspectiva y critica el materialismo histórico y especialmente el socialismo, debido fundamentalmente a su visión igualitarista. Respecto al positivismo, Nietzsche en realidad sintió gran interés por las Ciencias y las criticó duramente aunque sintió afinidad por la Biología, sobre todo el evolucionismo de Darwin y el neodarwinismo.
Sin embargo la genialidad del pensamiento de Nietzsche, se desmarca de todas las corrientes de su época, incluso de las más críticas. Su formación clásica y sus dos símbolos: Apolo y Dionisos, le sirvieron para pensar la cultura griega con nuevas categorías y sobre todo para elaborar una nueva perspectiva original y trágica, cuya influencia pervive hasta nuestros días.
Por último, el siglo xix fue un siglo de grandes innovaciones; en cuanto a la Ciencia y cultura, la vacuna de Pasteur, las leyes de genética de Mendel y el nacimiento de la psicología de Wundt. En cuanto a la técnica, el telégrafo, el automóvil y la lámpara eléctrica. En música, destacan compositores como Verdi, Debussy, Brahms y Wagner. En pintura, corrientes como el Realismo, el Naturalismo, el Impresionismo y el Expresionismo. En literatura, el Realismo, Naturalismo y Romanticismo.
FILOSOFÍA NIETZSCHEANA
PENSAMIENTO
La filosofía de Nietzsche es una crítica a los fundamentos de la cultura occidental basada en una metafísica, una religión y una moral que han suplantado e invertido lo valores vitales, por otra parte es un intento de superación de esta cultura a la que califica como producto del resentimiento contra la vida.
El constructo filosófico de Nietzsche se puede dividir en tres etapas: la romántica (o etapa de juventud), la positiva (en la línea de Comte) y la zaratústrica, en la cual, hace estudio sobre la manera tradicional de entender la vida y la voluntad y propone su enfoque de la vida, sus teorías de voluntad de poder y el superhombre. Esta última etapa es la más relevante, pues será el momento en que Nietzsche tratará de destruir la Religión, en Así habló Zaratustra, utilizando un estilo de parábolas evangelistas como ironía al cristianismo. Pero más que un estructurador sistemático su pensamiento lo expresa con un lenguaje más literario y expresivo que ensayístico. Hace gala del género aforístico que consiste en expresar mediante formulaciones breves e independientes con las que pretende no demostrar nada, sino insinuar y estimular a su lector a que piense.
EL PROBLEMA EPISTEMOLÓGICO:
Considera que únicamente podemos descubrir la esencia del mundo -y, por tanto, la Filosofía- a partir del arte y más en concreto de la tragedia, ya que viene a representar el juego trágico que es la vida. El verdadero artista es el que acepta la vida; incluso en sus aspectos más terribles. El ideal de hombre de Nietzsche es el que se lanza a la vida y se abraza a ella pudiendo destruirse.
En su estudio sobre la tragedia, investiga también sobre el nacimiento de la cultura occidental que analiza a partir de dos categorías complementarias de análisis estético: lo apolíneo y lo dionisiaco. Apolíneo representa el ideal de belleza y proporcionalidad; lo dionisiaco representa la desmesura, lo inacabado y el devenir. Ambas categorías se estimulan y se necesitan mutuamente, a pesar de que se encuentran en continua lucha. Pero esta unidad se verá truncada por la traición de Sócrates, al que Nietzsche denomina ‘cofrade del dios Apolo’, al poner la vida en función de la razón, en lugar de poner la razón en función de la vida. La ruptura de estos dos valores es la base de la cultura occidental que nace a partir de subordinar la vida a la razón, de lo dionisiaco a lo apolíneo. A partir de Sócrates, comienza la decadencia al pensar que libertad y voluntad han de estar fundadas en el logos, en la razón. Al adoptar esto la cultura occidental ha puesto el mundo real del devenir en función de un falso mundo estático y suprasensible. De esta manera, la unidad queda rota a favor de lo apolíneo, pero un apolíneo desnaturalizado al que le falta su correlato.
Así, Nietzsche, combate el cientificismo por considerarlo aliado de la Metafísica al sustentar como verdad objetiva un orden eterno que la Ciencia pretende descubrir. Este orden eterno pretendido se basa en el lenguaje que aprisiona el pensamiento en conceptos fijos y estáticos. El propósito de Nietzsche es destruir la Metafísica, la Religión y la Moral por estar sustentadas en un mundo que no es real y pretender acabar con el instinto humano, con el sentimiento y con la vida en última instancia; así como por haber dejado al género humano sumido en un grave nihilismo [1] al negar los valores de la vida y despreciar el cuerpo debido a la inversión de los valores que desde Sócrates ha puesto la vida en función de la razón.
Para Nietzsche, La verdad objetiva no existe, todo está en devenir, la realidad se nos presenta como un constante cambio, como un proceso, como un eterno movimiento en contraposición a los principios y fundamentos estáticos de la metafísica. Esa verdad estática de la que nos habla la metafísica no existe, toda la verdad es interpretación, son las condiciones sociales y psicológicas las que nos imponen la verdad. Por ello, para Nietzsche, la verdad es lo que favorece la vida. El devenir o constante cambio que se da en el mundo no se puede encerrar con los conceptos del entendimiento, sólo se deja entender mediante metáforas; pues el lenguaje lógico y científico no es adecuado para describirla. Todo concepto surge al poner como igual lo que no es igual y se acepta inconscientemente una significación de las palabras que originalmente no tendrían, consiguiendo así adaptar la realidad y los comportamientos en beneficio de quienes tienen poder para que valgan de ese modo.
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[1] NIHILISMO. (Del lat. nihil, nada, e -ismo): Negación de todo principio religioso, político y social.
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La Ciencia y la Lógica se presentan como vías útiles para asegurar la supervivencia de nuestra especie, privada de instintos seguros en un mundo de constante transformación (no son más que un conjunto de creencias útiles para vivir mejor, pero nada tienen que ver con la verdad o con describir la realidad).
El lenguaje es arbitrario y el conjunto de metáforas que lo forma nos indican que le lenguaje no es puro conocimiento, sino que sólo expresa las relaciones de las cosas para con nosotros; lo cual es prueba de que el lenguaje es subjetivo y de que está por encima del conocimiento (o de lo contrario, ya conoceríamos el noúmeno o ‘la cosa en sí’ de la que hablaba Kant). Por tanto todo conocimiento es subjetivo y como el lenguaje era arbitrario, concluiremos que el conocimiento también lo es, de este modo, orientamos nuestro conocimiento a lo que nos reporta utilidad. Si el lenguaje como instrumento del conocimiento no procede de la esencia de las cosas, el conocimiento no puede llegar a la esencia de las cosas y por tanto, no hay verdadero conocimiento.
EL 'YO' (PROBLEMA ANTROPOLÓGICO)
La voluntad de poder: El hombre ya no es el compuesto de cuerpo y alma (negación del compuesto hilemórfico aristotélico), sino vida. Nietzsche define al hombre como
“El conjunto de todo lo que le acontece, es decir: la vida. El hombre es en sí mismo vida y voluntad de poder porque es en sí mismo capacidad para valorar y crear valores.”
El impulso vital es expresión de la voluntad de poder, es la total superación del nihilismo, es la esencia del ser que se sitúa más allá del bien y del mal, es pura creación, y con ella pura alegría. Al ir más allá de la interpretación moralista del mundo, más allá del bien y del mal, advertimos que lo que reina omnipresente en la vida es la ‘voluntad de poder’, de crecer, de desarrollarse avasallando. así, dirá:
“El mundo aparece como una inmensidad de fuerza, sin comienzo y sin fin, como un devenir constante, en una transformación eterna, en su retorno contradictorio y armónico es creación y destrucción eterna, sin ningún tipo de finalidad. “Más allá del bien y del mal”. Aquel que vive en esta verdad trágica ya que la vida en sí es algo trágico será el superhombre el que pondrá los valores de la vida como voluntad de poder.
Así se identifican los términos de voluntad de poder, devenir, vida y ser (el ser y el devenir se conformará en lo que más adelante denominaremos como eterno retorno).
EL PROBLEMA DE LA MORAL:
Nietzsche no será el primero en asumir la muerte de Dios, pero sí le sacó todas las consecuencias posibles. Para él, la muerte de Dios supone la aparición del superhombre y la del último hombre, éste es el que se conforma con lo dado, sustituye a Dios por la Ciencia para su propio provecho y comodidad. Asumir la muerte de Dios supone vivir en un mundo vacío de sentido, en un nihilismo, pues carece de valores vitales. En ese sentido se muestra que no hay valores fundamentados fuera de la vida lo que nos lleva al nihilismo positivo, la total ausencia de valor que nos conduce a dar valores a la vida y asumir el constante devenir que es la vida. En este caldo de cultivo, es donde aparece el superhombre nietzscheano, el que se da para sí mismo lo que antes daba a Dios, el que asume todas las consecuencias de la muerte de Dios y no lo sustituye por otros valores, sino que dirige su propia vida. En este sentido es el verdadero filósofo, es el creador de sentido. El superhombre es capaz de superar e invertir los valores contrarios a la vida que han caracterizado la historia de la cultura de occidente. Un valor es un punto de vista que está puesto por y para explicar algo que nos sea útil. Par explicar la transformación al superhombre utiliza la siguiente metáfora:
“El espíritu se convierte en camello, en león y por fin en niño”
Nietzsche explica que el camello es el hombre que se inclina ante la omnipotencia de Dios, ante la moral. El león es el que dice que no, se enfrenta el devenir y se deja arrastrar por él, pero no es capaz de crear valores. El niño es el que quiere su voluntad, el ‘yo quiero ‘del niño se da en el juego, en el que realiza su vida, crea, desarrolla sus posibilidades y proyectos. El juego es arte, la vida creación artística (uno es libre cuando es dueño de sus proyectos en su quehacer creador). El superhombre será el único capaz de asumir la visión del eterno retorno. Así, sólo con el eterno retorno, la muerte de Dios es efectiva y, además, se supera la nada.
Esta línea de pensamiento, supone abandonar la concepción de tiempo cristiano, que es lineal donde cada suceso es único e irrepetible, un mundo con un inicio y un fin, para volver a la concepción de tiempo griega, que es circular, donde lo eterno es la infinita repetición y donde cada cosa y suceso es eterno al repetirse eternamente (concepción de los filósofos presocráticos). Nietzsche apoya esta interpretación al final de su libro Voluntad de poder argumentando que si el tiempo es eterno y la materia es limitada, finita y todo se encuentra en un constante cambio, en un devenir, por lo que tendrá que suceder en algún momento que las cosas se repitan (concepción cíclica). La máxima aspiración del hombre es ser creador, pero no se puede crear lo nuevo, sino lo que ya ha existido, por ello hay que aceptar como real todo lo que se nos impone en cada momento. A ello se refiere Nietzsche con «amor fati» -traducido como ‘amor al destino’-. El hombre ha de aceptar lo que hay y lo que deviene en su existencia, y amarlo. La aceptación de esto producirá la transmutación completa de todos los valores al no haber ninguna finalidad, y creará la casta de los superhombres destinados a dominar el mundo, con ello habrá llegado la hora de la “gran política” la que instaure los valores opuestos a los que ha triunfado en Europa, a través de una gran oligarquía que esté por encima de los pueblos y sus intereses, así como de promover una educación para la política de la humanidad en su integridad.
En cuanto a la moral, para Nietzsche, se debe eliminar el dogmatismo de los valores, su pretendida objetividad y su pretendida autonomía. Lo que Nietzsche pretende no es sustituir unos valores por otros, sino desenmascarar y desvalorizar todos los valores preconcebidos por tradición e, incluso, el concepto mismo de ‘valor’; pues, en él no ve más que un código jerárquico impuesto desde el nacimiento al ser humano, que aliena de sí mismo al individuo al encubrir todos sus instintos de fuerza o de decadencia que dominan la vida y que son puestos por ella como su propia expresión.
Así, la moral, ha engendrado unos falsos valores que proceden de la negación radical del valor de lo sensible, y los ha puesto en función de lo suprasensible, más allá de la vida, en función de la muerte. Por tanto, la moral es antinatural porque se alza contra los instintos primarios de la vida y promulga valores como la modestia, la pobreza de espíritu, etc.
En la genealogía de la moral, Nietzsche instaurará el método genealógico en el que rastrea los orígenes de los prejuicios morales de nuestra cultura examinando nociones como, bueno, malo, culpa, etc. Así, por ejemplo, “lo bueno”, en su origen significaba lo noble, lo fuerte y espontáneo, se fue transformando, por mediación de la casta sacerdotal para convertirse en debilidad y pobreza de espíritu. Su estudio sobre la Filología le llevó a pensar que no sólo podía ser un método, también debía de tener algo de ciencia natural pues mediante el lenguaje fundamos uno de los instintos más profundos del hombre. Así es como el pensador que nos ocupa llegará a la conclusión de que hay que investigar la naturaleza del lenguaje (rompiendo con clásico dualismo physis versus nomos) no sólo la construcción cultural que nos ha sido inculcada por herencia. En un análisis profundo de la esencia del lenguaje, Nietzsche advierte que existe una gran cantidad de prejuicios y errores que tienen lugar por quedarse con la mera repetición de palabras, hasta el hecho de conservar el lenguaje como algo heredado que se sitúa por encima de los hablantes, dándole un valor sagrado. El valor que se le da a las palabras está teñido de consideraciones morales y sociales y queda muy lejos de responder a la naturaleza de las acciones y de los hombres a las que se aplica. La idiosincrasia colectiva termina aceptando y asumiendo inconscientemente una significación distinta de la que le dio origen. Nietzsche propone como actividad necesaria descubrir el origen o etimología de cada palabra y la significación que tiene en cada momento debido a los deslizamientos semánticos (tergiversación) que sufre a lo largo de la Historia para así mantener el status quo.
No hay fenómenos morales, sino interpretación moral de los fenómenos. No hay una moral, pues en la base de todo está el hombre individual, no un hombre universal.
Nietzsche distingue dos tipos de moral, la de los señores («moral aristocrática») y la de los esclavos («moral servil»). Para la moral aristocrática será ‘bueno’ todo aquello que eleve al individuo, la que lo lleve a lo auténtico de su vida, que le dé nobleza a su existencia. La moral servil, la de los esclavos está impregnada por el instinto de venganza y quiere igualar todas las cosas. La moral de los señores es creativa y la de los esclavos asume lo dado. Si el ser humano es un ser que se produce a sí mismo en virtud de su libertad, la moral servil no hace más que negar el desarrollo del individuo. Así, la vida siempre inocente, siempre más allá del bien y del mal siempre creativa y en devenir es potente o impotente. Si lo primero se exterioriza como fuerza y vitalidad, lo segundo como atrofia y empobrece. Los instintos que no pueden ser exteriorizados, se vuelven hacia dentro inhibiéndonos y deprimiéndonos; creándose así la conciencia idealista y moral servil, que lejos de ser buena y angelical supone una crueldad refinada hacia lo más hondo de cada uno llevándonos a aborrecer el mundo, la vida. El peor pronóstico, según Nietzsche, ocurre cuando los más fuertes aceptan (coaccionados) las valoraciones creadas por lo más débiles -que son mayoría-; en ese punto, los poderosos se someten a los que en sí mismos son impotentes.
EL PROBLEMA TEOLÓGICO:
El nihilismo, que anteriormente hemos mencionado se acentuó con el cristianismo cuyos valores de sometimiento, de resignación y de culpabilidad son el fruto del resentimiento contra todo lo vital. Este nihilismo negativo desembocará en un nihilismo positivo que desenmascarará los falsos valores y expresará la muerte de Dios, lo que significa que no hay sentido, que los antiguos valores han quedado desvalorizados prevaleciendo tan sólo todo aquello que sea la mera valoración de los individuos que sean dueños de sus vidas, los superhombres.
Al atestiguar la muerte de Dios, Nietzsche viene a representar la negación de todos los trasmundos, acabar con esa mentira que destruye la vida ya que Dios es entendido como el fundamento del mundo verdadero, como cualquier tipo de Absoluto. Así, afirmará Nietzsche:
“No hay Dioses, si los hubiese como soportaría yo no ser uno de ellos”.
Por lo que lo único que debe ser reconocido como ‘existente’ es aquello que el hombre puede llegar a ser o crear. Además, el Dios cristiano es un Dios mentiroso, es un Dios que promete amor, pero que actúa ante todo como un juez. Es un Dios del resentimiento que odia a quienes no le amen, a quienes no se someten a sus dictados. El espíritu libre es ese que quiere encontrarse con el mundo verdadero, el que asume la muerte de Dios.
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